Miguel de Unamuno
Pensamiento crítico es un pleonasmo. O es critico o no es pensamiento
Manuel Delgado
Ana, "pensamiento crítico” es un mero pleonasmo. El pensamiento si no es crítico no es pensamiento. Pensar es pensar en contra. Ahora bien, ya que hablas de Machado –Antonio, me imagino–, para mi pensamiento crítico es el que conoció España de la mano del krausismo, la generación del 98, el regeneracionismo, el grupo Germinal, o quienes, más adelante, denunciaron el fariseísmo intelectual reinante durante la Restauración de 1914 desde un reformismo liberal-republicano y laicizante. Es en estas sucesivas oleadas de pensamiento crítico están los Costa, Valle, Zamacois, Maeztu, Salmerón, Dicenta, Ortega, Azaña, Bergamín, o incluso los sectores más heterodoxos de lo que fue el propio franquismo, como Giménez-Caballero o Sainz Rodríguez.
Es de esa efervescencia cultural española de finales del XIX y de las tres primeras décadas del siglo del que hay que extraer modelos narrativos y éticos que me parece vigentes y más pertinentes ahora que entonces. Y, por encima de toda esa gente, la figura para mí inmensa de Miguel de Unamuno. Admiro y envidio la capacidad de Unamuno de confundir las cosas, de delatar como abyecta toda certeza, el deseo de ser un espíritu en movimiento, que rehuía buscar la paz interior y la armonía. Unamuno es uno de los grandes paradójicos, como Quevedo, Forner, Torres Villarroel, Larra, Valle..., agitadores de espíritus, imprecativos, en estado de permanente irritabilidad. Negándose en redondo a adoptar “discípulos”.
Eso es lo que yo llamo pensamiento crítico, esa impugnación a la realidad de matriz unamuniana, un pensamiento hecho de quejas, diatribas, apostillas y sofismas. Un pensamiento crónicamente ofendido, sin motivo y no por nada en concreto, pero sí por todo en general. Eso es para mí -fue- el pensamiento crítico en España.