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La foto es de Raúl Díaz |
dimecres, 23 d’abril del 2025
Todas las sociedades son secretas
dijous, 3 d’abril del 2025
Fuera de lugar, fuera de sí
¿Qué suponen los gestos en principio elementales de entrar y salir? ¿A qué nos conduciría una reflexión profunda acerca de las connotaciones de ese acto de apariencia simple que es abrir una puerta para pasar de dentro a fuera o viceversa? Dentro se supone que estaremos protegidos de las inclemencias de un mundo exterior que la cultura moderna –desde Descartes y desde la Reforma– aparece gravemente devaluado. Fuera todo es banal, efímero, frío y allí nos aguardan –dicen– todo tipo de peligros físicos y morales. Entrar entonces resulta idéntico a ponerse a salvo de un universo exterior percibido como inhumano y atroz. Un juego infantil que todos conocemos lo explicita y el perseguido en el tocar y parar sabe cuál es la palabra mágica que le va proteger de quien corre tras de él para atraparle: “¡Casa!”.
Esa concepción positiva de lo intrínseco puede verse contrastada por un reconocimiento de las potencialidades del acto mínimo de abrir la puerta para salir. En el dentro, precisamente porque es el escenario de y para la estabilidad, uno puede sentirse prisionero de roles con los que no se siente identificado, obligado como está a un ejercicio permanente de la previsibilidad, clavado al lugar preciso que se nos asigna en una estructura predeterminada. Como ocurre en el brevísimo cuento de Franz Kakfa El paseo repentino y como George Simmel supo analizar en un célebre texto de 1909, el mover la puerta para salir fuera puede asociarse a la capacidad de cambiar, de devenir otra u otras cosas, de protegerse con aquello que en otros casos podría percibirse como una fuente de desazón: la incertidumbre, la ambivalencia, la extrañeza... En el exterior se extiende en todas direcciones el imperio infinito de las escapatorias y las deserciones, de los encuentros azarosos y de las posibilidades de emancipación. Si el dentro es el espacio de la estructura, el fuera lo es del acontecimiento.
Es así como cerrar la puerta tras de si para entrar o salir se convierten en actos simbólicos en que se expresan otras oposiciones: lo interior y lo exterior, lo profundo y lo superficial, lo esencial y lo aparente, lo intrínseco –lo que se da por sentado que las cosas son realmente– y lo extrínseco –lo que se le antoja que son a los sentidos–, lo privado y lo público. El adentro, lo interior, el ámbito privado remiten a ideas, sentimientos o conductas que son objeto de reserva y no se someten al juicio ajeno. En el cajón de lo externo, de lo público, se reune todo lo que se muestra a los demás, lo que es objeto de percepción y opinión por parte de quienes están también ahí fuera, mirando y escuchando. El dentro y el afuera connotan, en sus expresiones extremas y respectivamente, el secreto y la exposición total. En otras palabras, lo público es lo que se muestra, lo que resulta transparente a la percepción ajena. Lo privado es lo que se conserva dentro y no se muestra al exterior, lo que se esconde, lo opaco, lo que no deja de ser la variable cultural de la necesidad de ocultarse que la etología registra en el reino animal.
Las distintas intensidades de discrecionalidad y acceso a la información que cada cual posee sobre sí mismo y sobre los otros se corresponden con los diferentes niveles de interioridad. Cuando más nos adentramos hacia el afuera –si se nos permite el juego de palabras– más reservados nos hacemos, puesto que entendemos que una exposición excesiva de lo que sabemos o creemos saber nos convierte en vulnerables ante iniciativas indeseables de los demás. Así, en el máximo nivel de discrecionalidad, nos encontramos con lo que el individuo vive como su interior, su adentro absoluto, aquello que da en llamar su propia conciencia, la convivencia con la cual da pie al concepto de intimidad. Cuando más nos alejamos de ese núcleo de opacidad, más translúcidos nos volvemos. En primer lugar ante el grupo de afines que constituye la propia familia con la que se conforma un hogar o la unidad doméstica en que nos incluimos. Acaso también ante ese núcleo cerrado en que nos podemos incluir con fines más o menos clandestinos, dándole la razón a Bataille cuando hacía notar que lo que no es servil es inconfesable. Más allá los parientes cercanos o los amigos autocatalogados como íntimos. Más allá todavía, los parientes lejanos, los compañeros de trabajo o los vecinos. Afectados por un máximo nivel de reserva estarían los desconocidos con los que uno práctica la vida pública, de los que nos protegemos mediante el anonimato, el disimulo y la máscara, ejerciendo nuestro derecho a no dar explicaciones acerca de lo que pensamos o sentimos, e incluso de quiénes somos en realidad.
El dentro y el afuera son en esencia campos móviles que no tienen porqué corresponderse con escenarios físicos concretos. Con todo, es cierto que el adentro se asocia más bien al espacio construido y habitable. Se entiende que dentro rigen principios de convivencia basados en un pacto de franqueza y previsibilidad. En la instancia social estructurada que ese dentro suele albergar se registran relaciones estabilizadas, como las que vinculan entre si, por ejemplo, al empleado con su jefe o, en el máximo nivel de privacidad interpersonal, al marido con su esposa. Dentro, tras las puertas y las paredes construidas, bajo techo, se encuentran las sedes de las diferentes instituciones primarias, en cuyo seno uno reconoce y ve reconocido su puesto en un organigrama de puntos más bien fijos. Dentro se alcanzan los máximos niveles de claridad estructural y allí puedo ser, por ejemplo, oficinista, fresador, escolar, fiel, cliente o padre de familia, en la medida en que el escenario que ese interior que las paredes alberguen y al que esas puertas den acceso sea un despacho, una fábrica, una escuela, un templo, un comercio o un hogar.
En cambio, el afuera se asocia al espacio no construido y, por tanto, no habitable, basta comarca en que tienen su sede formas de organización social inestables. La calle y la plaza son los afueras por excelencia, donde, al aire libre, tiene lugar una actividad poco anclada, en la que la casualidad y la indeterminación juegan un papel importante. Sus protagonistas aparecen como desafiliados, es decir sin raíces. Son pura movilidad, puesto que el puro exterior –sin techo, sin muros, sin puertas– difícilmente puede ser sede de algo. Esa esfera, definida por la ambigüedad de las relaciones que en ella se registran, es justamente la que se asocia a la noción de espacio público, entendido como aquel en que la vida social despliega dramaturgias basadas en la total visibilidad y en que no existe ningún requisito de autenticidad, sino el mero cumplimiento de las reglas de copresencia que hacen de cada cual un personaje que aspira a resultar competente para conducirse entre desconocidos. Ese espacio de y para la exposición no puede ser morado, en el sentido de que no puede ser habilitado como residencia ni de personas ni de instituciones. Estar fuera es estar siempre fuera de lugar, con la sospecha de que en el fondo no se tiene.
Si la calle y la plaza son los afueras por antonomasia, uno de los escenarios emblemáticos del dentro es el hogar. No se olvide que el concepto moderno de hogar está relacionado con esa división inequívocamente moderna entre espacio público y espacio privado que hizo aparecer al primero como una comarca en la que las certezas se disolvían y uno se veía obligado a proteger su verdad personal de los altos niveles de ambivalencia moral que allí dominaban. Frente ese terreno de las exposiciones –en el doble sentido de las exhibiciones a la visibilidad ajena y de las puestas en peligro–, el espacio interior o privado por definición –lo que a partir de un cierto momento empezó a llamarse el hogar dulce hogar, se convertía –cuanto menos en teoría– en aquel refugio en que, lejos de la desolación y la desorientación que caracterizaban el mundo exterior, uno podía vivir una cierta experiencia de la verdad personal. Esa función protectora del interior hogareño explica la importancia que cobra tener un sitio en que vivir. Cabe subrayar que tal presunción da por incontestable que lo que cada cual hace en su casa es ciertamente vivir, lo que automáticamente permite inferir que lo que hace fuera no es vida. Habitar se convertía así en sinónimo de vivir. No tener casa no es, desde entonces, no tener vida privada, sino no tener vida, a secas.
Ahora bien, es difícil negar que el hogar no ha conseguido cumplir la expectativa que se puso en él como el auténtico dentro en que podríamos sentirnos a salvo de un afuera vivido como inauténtico y vacío. Lo cierto es que la familia no se ha podido constituir en el último reducto de una verdad comunitaria que el mundo moderno ya hacía imposible una vez cruzado hacia fuera el umbral de la propia casa. No se ha podido encontrar de puertas a dentro ese nido en que cada cual iba a poder ser lo que realmente era en plenitud.
dijous, 27 de març del 2025
Por un horizonte cuanto más lejano mejor
Fragmento de "Horizontes perdidos", texto para el catálogo de la exposición Islas y horizontes. Obras de la colección Es Baluard (Fuenlabrada, 2016)
Todos los grandes movimientos sociales de la historia, en las culturas en las que hay o ha habido algo llamado historia, han querido ser, en efecto, movimientos hacia, es decir recorridos en dirección a un horizonte de superación de la miseria y la injusticia reinantes en el presente de la sociedad. El horizonte, por definición, era futuro de libertad, un mañana distinto sin dolor ni tristeza, puesto que el horizonte era precisamente eso: la línea que se nos aparece separando el cielo y la tierra. Alcanzarlo o caminar hacia él, incluso como un fin infinito, significaba desmentir o cuestionar la distancia insalvable entre las miserias terrenales y la bienaventuranza divina. El horizonte era el lugar desde el que el sol hacía su aparición para anunciar la derrota diaria de la noche, la metáfora perfecta de todo nuevo amanecer.
Hoy eso ha dejado de ser así. Ahora, los horizontes se han perdido, al menos los horizontes que fueron contemplados con impaciencia. La cancelación de los grandes ideales de transformación de la humanidad, la desactivación de los valores universales que un día dieron argumento a luchas y proyectos. Nada o poco nos orienta, es decir nos invita a contemplar el punto desde el que a lo lejos aparece la primera luz del día. En el momento actual, las grandes religiones ya han dejado de confiar en que venga a nosotros el Reino de Dios y descartan devolverle al planeta el edén perdido. La salvación solo será individual y en el más allá; ni colectiva, ni aquí. Las viejas doctrinas para el entusiasmo y la ilusión han envejecido brutalmente y de pronto; muchas ya han muerto. La revolución socialista ha fracasado; ya sabemos en qué acabó consistiendo y que la clase obrera no alcanzará el paraíso que el marxismo le prometió. Los grandes movimientos de emancipación nacional en todo el mundo han acabo constituyendo estados corruptos o ese es el porvenir que les espera a los todavía activos.
Hoy, lo progresista es luchar para que el progreso detenga su avance devastador. La Era de Acuario del movimiento hippie no llegó, como se había anunciado, en el 2001 y lo que queda de la contracultura es la caricatura que de ella ha hecho la new age. Los movimientos antiglobalización de principios del XXI se conocieron también como altermundistas porque sugerían que, en el horizonte, otro mundo era posible. La crisis económica vino a demostrar que esa expectativa era ingenua.
Es cierto que a principios de la década de los 2010 se produjeron grandes movilizaciones públicas que llevaron a miles de personas a ocupar las plazas de numerosas ciudades del mundo —Madrid, Reijiavitz, Nueva York, El Cairo, Sāo Paulo, Hong-Kong... Pero, a diferencia de las corrientes antimundializadoras, protestas como las de los indignados no pretendían acelerar el paso hacia otro mundo posible, sino para exigir que la modernidad cumpliera su compromiso de asegurar para todos una mínima equidad política y social y de que el orden democrático lo fuera de veras. Lo que se reclamaba no era la abolición del sistema de mundo que se padecía, sino su clemencia, puesto que nadie parecía estar en condiciones de oponerle alternativas. Por su parte, los estallidos de violencia social que han conocido las periferias urbanas de otras muchas ciudades —francesas, británicas, norteamericanas— no vindicaban nada, porque fueron revueltas sin ideas, regreso inopinado de las viejas turbas hartas y rabiosas. Por último, la aparición de movimientos políticos de aparente nuevo cuño va desvelándose poco a poco como la de nuevos viejos partidos políticos.
Ahora no se espera que amanezca, sino, como mucho, que no anochezca del todo. Como Paul Virilio puso de manifiesto en su L'Horizon negative (Galilée, París, 1984), lo que se perfila tras el límite del mundo, el horizonte, ya no es otro mundo mejor, sino el anuncio de una finitud que no es geográfica, sino la de lo humano de la humanidad. Los avances tecnológicos no auguran la liberación del ser humano, sino nuevas formas de dominación y servilismo. No vemos sino extenderse los efectos de la miseria, la guerra y la desesperación, sin que el orden del mundo causante de ello tenga motivos para inquietarse, puesto que nada hay que inquiete su hegemonía El planeta mismo ve amenazada su supervivencia ante lo que se percibe como inminente catástrofe ecológica.
Tras el horizonte ya no está el país del arco iris, sino una proliferación de distopias insoportables en las que no será posible o no valdrá la pena sobrevivir. Más allá de esa línea de confín ya no hay una fuente eterna de luz, sino un largo ocaso que anuncia tinieblas. Ya no hay albas, sino un abismo. Asusta el horizonte y no nos cabe otro afán que mantenerlo en su sitio: lo más lejos posible.
divendres, 21 de març del 2025
Notas y referencias sobre la historia del amor
Algunes consideracions sobre l'origen de l'amor
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Foto de Matt Weber |
dissabte, 15 de març del 2025
La voluntat d'ocultar
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La foto és d'en Carlos Prieto |
Continuant el que parlàvem l'altra tarda, els secrets són allò que, sent important, no es diu, el que, evocant el títol d’un famós recull de contes de Pere Calders, podríem denominar la veritat oculta. Hi ha molts tipus de secrets: secrets personals, identitats secretes, secrets de família, secrets de confessió, expedients secrets, diaris secrets, secrets darrere la porta, fons secrets, documents top secret, secrets dolorosos, codis secrets, jardins secrets, vides secretes, secrets d’Estat, secrets científics, amors secrets, calaixos secrets, codis secrets, secrets de sumari, secrets millor guardats, expedients secrets, cambres secretes i, per descomptat, també el «brut secretet» de què parlava D. H. Lawrence a L’amant de Lady Chatterley, «el més difícil de matar», aquell que el confessor o el psicoanalista intenten esbrinar. Secret és allò que no s’ha de conèixer, tot allò que el tacte protegeix, el que voldríem saber ni que fos per curiositat o per aquesta forma quasi patològica de xafarderia que anomenem morbositat, l’afany per conèixer el que més se’ns oculta, segurament per bones raons.
dissabte, 8 de març del 2025
La vida urbana com a sistema emergent
dilluns, 3 de març del 2025
Modernización y santidad de los corazones
dissabte, 1 de març del 2025
Defensa y elogio del positivismo científico
divendres, 28 de febrer del 2025
La obra de arte público como signo de puntuación
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Textos
- Estética e infamia. De la lógica de la distinción a la del estigma en los marcajes culturales de los jóvenes urbanos (2001)
- Sociedades anónimas. Las trampas de la negociación (2009)
- El arte de danzar sobre el abismo (2001)
- La eficacia simbólica del cine (2007)
- Vida en bloc (2004)
- Cultura e inmigración. El espacio público como marco de integración (2004)
- Les études sur l'immigration en Espagne. Binal et réflexions (2010)
- Cultures adolescents. Dissonància i ressonància als estils juvenils (2007)
- La violència com a recurs i com a discurs (1999)
- Tiempo e identidad (2004)
- Hordas espectadoras. Fans, hoolingans y otras formas de audiencia en turba (2007)
- La no-ciutat com ciutat absoluta (2003)
- Ciudades sin ciudad. La tematización cultural de los centros urbanos (2007)
- La ciutat de la diferència. Idees d'una exposició (2006)
- Las instituciones atroces. Turbas rituales y violencia anticlerical en la España contemporánea (2008)
- Cultura de la violencia y violencia de la historia en Centelles, 1936 (1992)
- Al principi fou el gest (2010)
- Efectos sociales y culturales del turismo cultural (2002)
- Cultura de la violencia, violencia de la historia (1993)
- La antirreligiosidad popular en España (1989)
- Seres de otro mundo. La función simbólica del inmigrante (2009)
- Naturalismo y realismo en etnografía urbana (2004)
- Nuevas formas de exclusión social (2007)
- El miedo al gueto (2007)
- Profanació i sacrilegi. La violència contra el sagrat (1995)
- Antropologia dels carrers (2008)
- La identidad en acción (2008)
- Ciudad líquida, ciudad interrumpida (1999)
- Elogio del afuera. Lo urbano como sociedad sin asiento (2005)
- La carn dels infants. La usurpació d'infants en la mentalitat persecutòria (1993)
- Exorcismo y martirio de las imágenes (2001)
- Anonimato y ciudadanía (2002)
- Antropologia i nihilisme (1993)
- La artistización de las políticas urbanísticas (2008)
- Morfología urbana y cambio social (2006)
- La ciudad mentirosa. Fraude y miseria del "modelo Barcelona" (2008)
- Dynamiques identitaires et espaces publiques (1998)
- La magia. La realidad encantada (1992)
- En el centro del rito (1991)
- Del movimiento a la movilización (2004)
- Apropiaciones inapropiados. Usos insolentes del espacio publico en Barcelona (2008)
- Etnografía del espacio público (2002)
- De la ciudad concebida a la ciudad practicada (2007)
- La mujer fanática. Anticlericalismo y misoginia en la España contemporánea (1998)
- El soplo en el jardín y el rugido en el bosque (2002)
- Lo sólido y lo viscoso (2002)
- Ethnographie des espaces publiques (2004)
- Martiri i profanació del Sant Crist de Piera (1993)
Articles premsa
- Què vol dir "espai públic"?, 7-6-10
- Lévi-Strauss y el lugar de la antropología, 8-1-09
- Segundo elogio de la barraca, 30-1-09
- El derecho al hogar, 31-1-04
- La historia en trance, 30-7-04
- Elogio de la antropología, 4-4-05
- Agorafobia y poder, 8-11-04
- Alerta 2004, 23-7-98
- El derecho al hogar, 31-01-04
- Anarquismo y espiritismo, 20-4-02
- Arte y espacio público, 12-2-02
- Ciutat Vella: la vida a secas, 26-4-04
- Alberto Cardín, 27-1-92
- Borderline: fronteras vivientes, 10-4-06
- Con la música a otra parte, 19-1-08
- El desorden, 9-9-05
- Contra la tolerancia, 30-1-05
- El barraquismo invisible, 22-3-03
- El Forat de la Vergonya, 10-10-06
- Diferencia y desigualdad en la escuela, 9-4-01
- El gran circo de las culturas, 11-9-02
- El Islam en sus pliegues, 10-9-94
- El Museo de América, 8-10-94
- Fiestas ingobernables, 21-6-06
- El peso de la calle, 20-3-04
- El odio, 6-11-05
- Espacio público, 5-9-06
- La infancia del Raval, 13-7-07
- Lo inmaterial y la modernidad, 21-2-06
- La producción legal de ilegales, 16-10-00
- Julio Caro Baroja, 19-8-95
- La alegoría mejicana, 8-8-90
- Los ojos de los otros, 2-11-90
- Las lecciones de El Ejido, 25-1-00
- Lugares dementes, 23-6-07
- Los talibanes y la modernidad, 24-1-01
- Lévi-Strauss y el lugar de la antropología - 8-1-09
- Mala calle, 18-5-00
- Memorial de futuro - 25.3.08
- Lugares de memoria, 30-8-03
- Maldita cultura, 13-4-02
- Memorias urbanas, 3-2-00
- Mujeres de la vida, 10-1-06
- Otras palabras sobre la inmigración, 13-6-01
- Vidas baratas, 13-2-07
- Por una ciudadanía virtuosa, 20-10-07
- Turistofobia, 12-7-08
- Un ciberespacio público, 18-1-03
- Memorias menores, 5-6-05
- Vida en llamas, 25-6-00
- ¿Somos compatibles con nuestros valores?
Entrevistes
- La 2 - Pienso luego existo - 19/5/13
- Catalunya Ràdio - 30/7/2011
- Euskonews - 23/1/13
- Radio Euskadi - gener 2013
- VilaWeb - juliol 2009
- Revista Diagonal - 9-7-09
- Gara - 8-10-07
- La entrevista del mes - març 2012
- Ser Madrid - 21-3-12
- Notícies UB - març 2012
- Carrer - octubre 2008
- UPFRàdio - juliol 2009
- Catalunya Ràdio - juliol 1996
- Diario Vasco, 24-9-10
- Diari de Girona, 17-6-10
- UPFRàdio - novembre 2010
- La 2 - 4-11-10
- TV3, 7-2-07
- La 2, 14-10-99
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- BTV, 4-10-10
- El País, 15-3-08
- La Vanguardia, 26-2-07
- Cultura Urbana, agost 2004
- Avui, 9-3-98
- Clarín, 21-10-07
- Gara, 8-10-07
- Solidaridad Obrera, setembre 2005
- Revista Austral de Ciencias Sociales, 2006
- Minerva, juliol 07
- Tribuna Latina, 22-8-07