divendres, 8 d’abril del 2022

Lo sé, pero no te lo digo. A propósito del secreto

La foto es de Vivian Maier

Comentarios para el espacio "El rincón y la esquina" del Hoy por hoy de la cadena SER. Se emitió el 6 de abril de 2022

Lo sé, pero no te lo digo. A propósito del secreto
Manuel Delgado

Los secretos son lo que, siendo importante, no se dice, lo que podríamos denominar la verdad oculta. Hay muchos tipos de secretos: secretos personales, identidades secretas, secretos de familia, secretos de confesión, expedientes secretos, diarios secretos, secretos detrás de la puerta, fondos secretos, documentos top secret, secretos dolorosos, códigos secretos, jardines secretos, vidas secretas , secretos de Estado, secretos científicos, amores secretos, cajones secretos, códigos secretos, secretos de sumario, secretos mejor guardados, expedientes secretos, cámaras secretas y, por supuesto, también el «sucio secretito» del que escribía DH Lawrence.

El secreto se basa en el principio de “lo sé; pero no te lo digo” y divide el mundo en dos: quienes lo saben y quienes no lo saben.

Secreto es lo que no se debe conocer, todo lo que el tacto protege, lo que quisiéramos saber ni que fuera por curiosidad o por esta forma casi patológica de chisme que llamamos morbo, el afán por conocer lo que más se nos oculta, seguramente por buenas razones. Las prácticas chafarderas o chismosas más normales, de las que la vida cotidiana está llena –“cuenta, cuenta…”-, son ejemplos de esta tendencia a saber de los demás más de lo que nos cuentan o nos dan a conocer, quién sabe si, como decía Oscar Wilde, como una estrategia para mantener los propios secretos bien resguardados. Todo ello quizá sea inútil, porque al final, como suele decirse, «todo acaba sabiéndose».

Conscientes como somos de esta inclinación intromisoria, nos protegemos procurando que los demás no se enteren de aquellos aspectos de nuestra biografía o nuestro presente personales que podrían ser considerados inaceptables. De ahí la voluntad de de saber, la necesidad de transparencia e inteligibilidad y la no menos enérgica voluntad de ocultar, esconder, hacer que haya aspectos imperceptibles de y en nosotros, facetas que, si se supieran, seguro que nos harían mucho más vulnerables. En ciertos casos, porque la información tapada es o se supone delicada, demasiado estratégica para estar al alcance de todos o de la mayoría, y su conocimiento complicaría la seguridad de algunos o muchos. En otras oportunidades, porque resultaría irrevocablemente censurable y haría detestable a aquél que el secreto protege. En el primer caso, el secreto se asocia a lo peligroso; en el segundo, al imperdonable.

Nuestras interacciones se despliegan en incesantes movimientos de péndulo entre lo visible y lo invisible, traspasando constantemente y en ambas direcciones la membrana que separa el interior del exterior, poniendo de manifiesto una dialéctica siempre activa entre secreto y revelación, entre confianza y desconfianza, entre certeza e incertidumbre, entre saber y no saber, con todas las escalas intermedias que recogen el hecho de suponer, sospechar, vislumbrar. Es así como todo el mundo hace de la discreción, de las medias verdades, incluso del engaño, un uso habitual para mantener cierta información reservada, que revelamos de una manera selectiva sólo a quienes nos interesa a quienes podemos permitir que la conozca total o parcialmente.

Seguramente esta consustancialidad del secreto como recurso siempre presente en las relaciones humanas no es ajena al resto de las especies animales, que siempre se valen de todo tipo de formas de encubrimiento o mimetismo para preservarse de la mirada de sus enemigos o de sus eventuales víctimas, tal y como la etología nos demuestra abundantemente.

Todo el mundo tiene algo que ocultar. De ahí que cada cual intenta mantener escondido o disimulado algún aspecto de sí mismo que permite clasificar a los demás en función de su grado de conocimiento del secreto o de los secretos de aquella persona, la cantidad de secreto que comparten con ella. La existencia de un secreto resulta de la intención de que una persona tiene que esconder algo, sobre todo cuando otro estaría interesado en ver revelado lo que ha sido encubierto. Incluso la relación más íntima exige tanta cercanía como distancia, un conocimiento recíproco y una ocultación mutua.

Por tanto, el secreto es una parte integral de todas las relaciones sociales, sobre todo porque se sabe perfectamente que estas relaciones se romperían o serían afectadas si lo que se esconde se llegara a saber. Tenemos, pues, que la interacción humana se modela por medio del secreto y por lo que se le opone, la traición, es decir, la revelación de lo confiado para no ser, bajo ningún concepto, transmitido. El secreto siempre está acompañado de la posibilidad de ser descubierto o delatado por la indiscreción o la malevolencia de otro o por la incompetencia propia a la hora de mantenerlo. También por compartirlo, por convertir en cómplice a aquel a quien se revela.


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