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La ciudad y la vida
Manuel Delgado
Una ciudad no es solo un gran conglomerado de edificios, infraestructuras y habitantes. Es sobre todo una forma de vida, un tipo de experiencia.
Lo que la define es que en su seno la vida social se desarrolla en buena parte con desconocidos totales o relativos, gente que conocemos un poco o de vista o extraños totales que irrumpen y desaparecen de inmediato o al poco y a los que nunca más volveremos a ver. Muchas de esas personas no serán inolvidables y sin saberlo habrán marcado nuestras vidas.
En la vida urbana todo es efímero y pasajero y, por ello, eterno. Solo existe lo que pasa y no vuelve a pasar nunca más. Salir a la calle en una ciudad es exponerte a lo imprevisto y a lo irrepetible. En ella el azar cumple una función esencial, puesto que la aventura, el amor o la fatalidad están, nunca mejor dicho, a la vuelta de la esquina.
La ciudad es el reino de Serendipity, aquel país de unas princesas que se pasaban el tiempo encontrando cosas que nunca buscaban. De ahí la serendipia, esa virtud del encuentro casual del que dependerá quizás nuestra vida.
En la ciudad todo ocurre literalmente sobre la marcha, puesto que todo esta hecho de cambios y sacudidas. En la ciudad, el movimiento, la intranquilidad, la agitación estructuran la vida. Todo tiembla, nada es cierto ni seguro. Uno se pasa el tiempo mudando de piel y adaptándose a cada mundo del que nos pasamos el tiempo entrando y saliendo.
Una ciudad se nutre de lo mismo que la altera. Es el lugar donde uno se pierde y se encuentra. Lugar de soledad de masas pero también de los grandes momentos de la acción colectiva.
Tiene mala reputación. La biblia la detesta –Babel, Babilonia, Ninive y la Gran Ramera, Jerusalem- y los urbanistas quieren ordenarla y ni saben ni pueden. Los gobernantes la temen, porque es escenario constante de deserciones, desacatos e insurrecciones. Es el escenario perfecto para la fiesta y la revuelta. El conflicto es su sabia, su materia primera.
La ciudad es un hecho natural, es cuerpo y paisaje. La cosa humana por excelencia.