Consideraciones para Enric Rubiella, estudiante del Grau d'Antropologia Social de la UB, enviadas en marzo de 2015.
ALGUNAS NOTAS SOBRE EL ORIGEN DEL AMOR
Manuel Delgado
La
historia del amor romántico ha sido levantada por diversos autores y, como
sabes, suele situar sus raíces en la lirica trovadoresca, seguramente una
popularización de cierta interpretaciones neognósticas —básicamente albigenses—
del amor platónico y del ágape cristiano. Tienes, por ejemplo, Denis de
Rougemont en El amor en Occidente
(Kairós). Pero está claro que el uso y función que tiene en la actualidad no
puede separarse de cambios sociales y culturales asociados a las relaciones
entre hombres y mujeres, y, en particular, el tipo de negociaciones que hombres
y mujeres establecen en torno o a partir de su propia sexualidad y los nuevos
códigos que iban a regir desde entonces los conflictos de género, así como los
parámetros destinados a servir para ordenar ese inédito dominio en que se
constituía la experiencia interior.
Esos grandes
cambios son los que, generalizándose a lo largo del siglo XIX, alcanzan en sus efectos hasta nuestros días y conforman la ideología amorosa
actual. Esa reorientación generalizada de las relaciones entre los sexos ha
sido situada por algunos autores -como Sombart, por ejemplo W.Sombart, Lujo y capitalismo,
(Alianza). - como requisito básico para el
conocimiento de la génesis del capitalismo, e implicó la aparición de
comportamientos y animosidades inéditas. Se trata de la generación de una nueva
gramática relacional entre los sexos, como describe Le Roy
Ladurie, L’Argen, l’amour et la mort en Pays
d’Oc (Seuil). Me
estoy refiriendo a la desaparición del matrimonio convenido y a su sustitución
por la boda fundada en la libre elección propiciada por el amor -un valor hasta
entonces considerado ajeno o incluso contrario a la institución marital-,
consecuencia de cambios estructurales profundos en el papel de las familias en
la sociedad. Nada que añadir aquí a lo resumido por F.
Lebrun y A. Burguière en “La Europa de la primera modernidad”, en A. Burguière
et al. dirs., Historia de la familia,
(Alianza). Es un resumen de esa nueva situación.
De todo
ello derivarían factores como la creciente psicologización y personalización de
esas relaciones; las ideas sobre la “utilidad” de las pasiones como materia
prima de los intercambios entre los sexos y la conceptualización de los
impulsos eróticos como resorte fundamental de la semántica amatoria; las
nociones relativas al instinto sexual como una fuerza necesitada de control y
consenso; la urgencia por acabar con aquel “temperamento oscilante” -empleando
la expresión que acuñó Huizinga en su El
otoño de la Edad Media (Alianza)- de las personas que había caracterizado
los periodos históricos anteriores, y frente a la que se levanta la exigencia
de mayor firmeza en los sentimientos; a la oposición entre naturaleza y
civilidad, en la que el sacrificio de la primera pasa a ser condición para el
triunfo de la segunda; la estatuación del matrimonio como el lugar donde
liberar el empuje de la voluptuosidad y del amor como una cosa esencialmente de
dos, con respecto a la que se finge socialmente el respeto a la privacidad; a
la noción de relación amorosa como un ámbito en el que los jóvenes se enfrentan
para poner a prueba la verdad de sus sentimientos; la preocupación por la
procesualidad y la secuencialización de la dialéctica amorosa, como parte de
una atención nueva por la temporalidad y, en especial, por la cuestión del
aplazamiento sexual como estrategia amorosa que prepara para el matrimonio; la
priorización de la idea de exclusividad que exige para cada relación amorosa un
nuevo comienzo...
El
amor, así pues, aparecería como precipitado sentimental del que su papel desde
el siglo XIX no puede desentenderse de la necesidad de administrar los
instintos pasionales y racionalizar tanto los dispositivos de atracción sexual
como el conjunto de negociaciones simbólicas que se desencadenan a partir del
enamoramiento y que acaban conduciendo a la conformación de hogares.
Mi obra
favorita para entender esos cambios es el libro de Richard Sennett, Identidad personal y vida urbana
(Kairos). Sobre el amor como discurso, sin duda, Ronald Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso (Siglo
XXI). Importante también Niklas Luhmann, El amor como pasión, (Península).
Y, por último, una buen resumen de todo esto lo tienes en Xavier Roigé, ed., Sexualitat, història i antropologia
(Universitat de Lleida).