Una calle del barrio de Roquetes, en Barcelona, levantado por inmigrantes españoles en los años 60. La foto es de Sergio Daho |
Artículo publicado en El Periódico de Catalunya, el 5 de mayo de 2003
PELIGRO: INMIGRANTES
Manuel Delgado
Como se ve, no ha servido de nada el solemne pacto firmado hace unas semanas en Barcelona entre las fuerzas políticas que pugnan por la alcaldía de no emplear el asunto de la inmigración en el debate electoral. A la mínima oportunidad, las opciones más escoradas a la derecha han recurrido al espantajo del “peligro” que los inmigrantes suponen para la seguridad pública, en el caso del Partido Popular, o para la supuesta integridad cultural de Catalunya, en el caso de Convergència i Unió.
Nada que comentar acerca de las posiciones de Fernández Díaz. Los populares son lo que son y ya no tienen el mínimo escrúpulo en que se note que, en matería de inmigración, son un partido de extrema derecha. En cuanto a CiU los comentarios de Duran Lleida sobre el peligro de que los inmigrantes acaben “desfigurando” la personalidad cultural catalana advierten que la coalición que hoy manda en la Generalitat ni puede ni quiere ocultar su preocupación por la pureza cultural –antes racial– de Catalunya, una pureza que ni existe ni ha existido nunca fuera de la imaginación de quienes creen que la nación catalana es un hecho natural y no la consecuencia de la historia y los proyectos colectivos de sus gentes. Nada de nuevo en realidad. Hace un mes, Jordi Pujol volvía a explicitar, en una conferencia en Esade, su alarma ante el riesgo que implicaban los inmigrantes para su idea de lo que es la identidad catalana.
No deberíamos cansarnos de repetirlo. Quienes llegan a Catalunya no encuentran una cultura entendida como un todo coherente en que se inspira la conducta y el pensamiento de una sociedad. Si la cultura catalana es algo no es sino un precipitado que resulta de las aportaciones de quienes vinieron de fuera alguna vez, en avenidas humanas no muy distintas de las que ahora recalan en nuestros pueblos y ciudades. Los hijos de esos a quienes llamamos “inmigrantes” serán los catalanes autóctonos de mañana, portadores a su vez de las nuevas formas y los nuevos contenidos de una cultura catalana que no está acabada, sino en permanente construcción. Los inmigrantes no pueden “desfigurar” Catalunya, porque la configuran. Los inmigrantes no se integran en Catalunya, sino que la integran.
En ese orden de cosas, Maragall ha hecho bien en denunciar lo que constituye una expresión de racismo cultural, esa ideología de y para la exclusión social que entiende que el ámbito de integración de la pluralidad humana es una supuesta cultura homogénea y no la ley. Ahora bien, si realmente se reconoce que el Partido Popular es partidario de que se agudice todavía más el estado de excepción a que los inmigrantes viven hoy sometidos y si se afirma que Convergència i Unió está asumiendo un discurso esencialista que acaba justificando la postergación de quienes no den pruebas de su adhesión a una supuesta catalanidad, entonces, ¿qué tipo de legitimidad pueden aportar a un proyecto como el del Fòrum Universal de les Cultures, en cuyo patrocinio político aparecen tan directamente comprometidos a través del gobierno central y de la Generalitat?
Hasta ahora ya hemos visto cómo se entienden los llamados tres ejes del Fòrum: paz, sostenibilidad, diversidad. No sabemos qué concepto de paz se va a defender, pero está claro que por ahora no da para condenar la guerra de Irak. Tampoco estamos seguros de qué entienden por sostenibilidad, pero no se ve en qué forma el modelo urbanístico que acompañará el evento es un ejemplo de sensibilidad medioambiental. En cuanto a la diversidad cultural, hay quienes están sosteniendo que el llamado “problema de la inmigración” se resuelve mediante deportaciones sin garantias o exigiendo a quienes llegan lo que Maragall ha llamado “pureza de sangre”, cultural en este caso. ¿Son esas mismas opciones políticas e ideológicas –el PP i CiU respectivamente– las mismas que aparecen en los prospectos como convocantes y coorganizadoras de ese presunto canto universal a la amistad y la cooperación entre las culturas que se supone que va a ser el Fòrum? ¿Será una broma, no?