Comentario enviado a la colega María Gabriela Navas, del Observatori d'Antropologia del Conflicte Urbà, en octubre de 2023.
Defensa de las mediciones cuantitavas en el estudio de la actividad en lugares públicos
Manuel Delgado
Mi defensa de las mediciones cuantitavas de las apropiaciones sociales de lugares públicos ya la sostuve en aquellos correos de los que le hablé. Sobre todo, le insisto en que los problemas éticos derivados de a quien sirven nuestras averiguaciones valen igual para las cualitativas de tipo etnográfico.
Pero también es coherente con la orientación de los proyectos I+D que llevamos veinte años desarrollando sobre movilidades. Lo que decimos en esos proyectos es las técnicas de registro y descripción de los hechos sociales que tienen lugar en espacios urbanos deberían articular las estrategias cualitativas y cuantitativas, las aproximaciones macroscópicas y microscópicas, lo que implica la aplicación conjuntada de técnicas etnográficas de observación sobre el terreno –las que usted menciona como observación no obstrusiva– y de mediciones cuantitativas destinadas a la confección posterior de modelos matemáticos formales. Todo ello a disposición del conocimiento del tipo de maneras de hacer que caracterizan las sociedades que configuran desconocidos que coinciden momentáneamente en una determinada área o de conocidos relativos que hallen en ella un lugar para sus reencuentros.
Es decir, es necesario recopilar informaciones objetivables de tipo cuantitivo, lo que requiere medidas macroscópicas. En los proyectos mencionamos su obtención mediante el registro de las deambulaciones y las estasis de peatones gracias a detectores que dominen la zona y que nos permitan acceder a ciertos datos importantes: número de usuarios que circulan por la zona; ritmos en función de la hora, el día de la semana y las condiciones meteorológicas; densidad y oscilaciones en los flujos, etc.
Esa fuente de información permitiría conocer las regularidades que registra la actividad peatonal en el espacio urbano estudiado, así como de la frecuencia y la intensidad de sus excepciones. Otro dato panorámico al que se tendría acceso sería el relativo a la aparición de personajes colectivos y comportamientos fusionales –coágulos discretos generados de manera deliberada o automática, excepcionales u ordinarios–, tales como colas, atascos, tumultos, aglomeraciones, ya sean éstas de índole expresiva –actos públicos, manifestaciones, procesiones, fiestas, recepciones, etc.– o emerjan espontáneamente de las propias contingencias del tráfico humano que atraviesa o eventualmente se detiene en una determinada área.
Se trata, al fin, de reconocer cuáles son las estructuras dinámicas que surgen en un espacio de locomoción y de estacionamientos transitorios. Ello implica la confección de modelos formales –basados tanto en modelos analíticos como en simulaciones de sistemas multi-agente– para la reproducción y el análisis de los fenómenos a conocer. Es en ese campo que cabe reclamar el ascendente de trabajos previos sobre la física de los comportamientos colectivos humanos que, desde la perspectiva del análisis de sistemas complejos lejos de la linealidad, han atendido los órdenes peatonales y los parámetros a que obedecen y han construido simuladores formales y programas de modelación capaces de reproducirlos en condiciones de laboratorio.
Repito. Esas técnicas plantean problemas éticos sobre a quién y para qué van a parar los datos y resultados obtenidos, pero, dígame usted cuáles no.