La foto es de Mahdi Ardij
Párrafos finales del prólogo para Simbolos naturales. Estudios en cosmología, de Mary Douglas (Alianza Editorial, 2023)
La gran astucia de lo social consiste en hacernos creer que no existe
Manuel Delgado
Símbolos naturales –y la obra en general de Mary Douglas– señala la imposibilidad de que pueda existir algo en los seres humanos libre de los constreñimientos que les impone su relación con los demás. Tampoco en nosotros en el tiempo que vivimos. Nuestra convicción de que nos austodiseñamos y solo atendemos a su nuestra propia conciencia nos oculta que los códigos verbales que empleamos o nuestras insignificantes ceremonias cotidianas son los vehículos a través de los cuales nos subordinamos a mandatos que proceden de nuestro entorno y son sociales. La flexibilidad de los imperativos a que estamos sometidos engaña haciéndonos creer que somos libres. No lo somos o no lo somos más que gentes que viven doblegadas por rituales en apariencia carentes de significado, solo que nosotros hemos perdido lo que aquellas conservan gracias a ellos: la consciencia de que cada cual continúa en otros de los que depende. Perdida la fuerza de lo colectivo, vivimos vueltos hacia un interior personal en el que creemos que la estructura social no penetra, sin darnos cuenta de hasta qué punto ya nos posee.
La vigencia de este libro será lo que su lectura, ahora, en su tercera edición en español, pondrá a prueba, acaso para ver cómo es verdad que ha transcurrido más de medio siglo desde su publicación, y sí que parece que haya pasado el tiempo, pero no para desmentir sus intuiciones, sino para demostrarnos su lucidez. Mary Douglas escribía Símbolos naturales a finales de los años 60 del siglo pasado, envuelta de un mundo cambiante en el que la contracultura, la Nueva Izquierda y las revueltas estudiantiles reclamaban mayor fluidez en los lazos sociales, una distensión de los entramados que compartimentan la realidad y un lugar preferente en las conductas para la espontaneidad y las emociones. Ese movimiento de liberación de las obligaciones formales en nombre de los imaginarios dictados de la sinceridad personal es hoy hegemónico. Forma parte de las nuevas retóricas en nombre de las que se ejerce discretamente la dominación con la complicidad de los dominados. El subjetivismo es, hoy, el fundamento de todas las ideologías, incluso de aquellas que se presumen emancipadoras, pero a las que les cuesta definir lo colectivo, clave para aceptar que toda transformación social no puede ser más que social, es decir colectiva.
Fuera en lo posible de la caverna en que los sistemas de representación nos encierran –también el nuestro a nosotros–, Mary Douglas nos invita y nos emplaza a ver cuán poco nos hemos zafado de funciones y funcionamientos sociales alienantes, aunque los creamos superados o ajenos por nuestra fe en la soberanía del individuo sobre sí mismo. Así pues, se nos devuelve en este libro el testimonio antropológico que esa mujer brindó de un presente ya pasado –el suyo–, los paralelismos con otros presentes y otros pasados y la premonición del triunfo final de formas de negar la omnipresencia de la sociedad que ella no llegó a conocer, pero nosotros sí.