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Imagen del homenaje a Jaume Compte, en el CADCI , en la conmemoración dels Fets d’Octubre de 1934, en 1937. |
Un reciente artículo en el órgano de
Comunistes de Catalunya, Realitat, titulado 6 falsedats pseudomarxistes sobre el dret a l'autodeterminació refutades per Lenin, plantea diversas
cuestiones que merecen ser tenidas en cuenta a la hora a hacer una valoración
en clave marxista del actual proceso de autoderminación en Catalunya y discutir
cuál debe ser la posición de los comunistas al respecto.
Lo que tenemos es
que, a la hora de impugnar el proceso independentista en Catalunya desde
posiciones de izquierda, sorprende la recurrencia de diversos tópicos que no
caben al menos con la tradición leninista. Pensemos en cuáles fueron las
circunstancias que llevaron a la modificación del emblemático “Proletarios
de todos los países, uníos”, al “Proletarios y pueblos oprimidos del
mundo, uníos“. Eso sucedió a partir del momento en el que, en el contexto
de la impugnación del imperialismo británico en Asia como peligro inmediato
para una Unión Soviética asediada y en guerra civil, se celebra el Congreso de
los Pueblos de Oriente en Bakú, en septiembre 1920, poco después del segundo
congreso de la Internacional Comunista.
Se ha de tener en cuenta, no obstante, que el camino para este reconocimiento de las luchas anticolonialistas como episodios o facetas de la lucha de clases, ya había aparecido antes de manera abundante en la obra teórica del propio Lenin, que ya se había pronunciado antes en favor del derecho de autodeterminación de los pueblos, al tiempo que había llamado la atención sobre los diferentes sentidos –antagónicos incluso– que podía tener la “lucha por la patria”, cuanto ésta la esgrimían las naciones imperialistas y cuando lo hacían las poblaciones oprimidas. Recuérdese el Informe sobre la situación internacional y las tareas fundamentales de la Internacional Comunista, leído por Lenin semanas antes del congreso de Bakú, en el marco del congreso de la Internacional Comunista, en que aparecía de forma explícita la convicción de que la revolución socialista ya no tenía como único protagonista a la clase trabajadora de los pueblos “civilizados”, sino a la masa inmensa, de cientos de millones de desposeídos que sufrían el capitalismo bajo su forma imperialista.
Se ha de tener en cuenta, no obstante, que el camino para este reconocimiento de las luchas anticolonialistas como episodios o facetas de la lucha de clases, ya había aparecido antes de manera abundante en la obra teórica del propio Lenin, que ya se había pronunciado antes en favor del derecho de autodeterminación de los pueblos, al tiempo que había llamado la atención sobre los diferentes sentidos –antagónicos incluso– que podía tener la “lucha por la patria”, cuanto ésta la esgrimían las naciones imperialistas y cuando lo hacían las poblaciones oprimidas. Recuérdese el Informe sobre la situación internacional y las tareas fundamentales de la Internacional Comunista, leído por Lenin semanas antes del congreso de Bakú, en el marco del congreso de la Internacional Comunista, en que aparecía de forma explícita la convicción de que la revolución socialista ya no tenía como único protagonista a la clase trabajadora de los pueblos “civilizados”, sino a la masa inmensa, de cientos de millones de desposeídos que sufrían el capitalismo bajo su forma imperialista.
Es ahí donde cabe recuperar el pensamiento de
Lenin sobre el tema. En la década de los años 10 del siglo XX, Lenin ya se
ocupó de criticar a quienes consideraban que el derecho de autodeterminación
que se reclamaba para los pueblos colonizados no era aplicable al caso de
conflictos análogos que tenían su escenario en la propia Europa. El propio
Lenin ya establecía que lo que se reconocía como objetivo legítimo para
Turquia, Egipto, India, Jiva o Bujará –por citar los casos que él mismo
proponía–, lo era también para Finlandia, Polonia o Ucrania, e incluso para
Irlanda, por cuya revolución de 1916 expresó toda su simpatía.
Consúltese
al respecto el Balance de la discusión sobre la autodeterminación, sobre todo los puntos 6, “¿Se puede contraponer las colonias a Europa en esta cuestión”, y 10, “La insurrección irlandesa de 1916”.
Esto está Esto está en La lucha de los pueblos de las colonias y países
dependientes contra el imperialismo, publicada por la Editorial Progreso de
Moscú en 1973.
Pero
el más significativo y clarificador es el artículo que escribe Lenin en defensa
del punto noveno del programa de los comunistas rusos, que aborda el derecho de
autodeterminación de las naciones y polemiza con Rosa Luxemburg. Se titula
Sobre el derecho de autodeterminación de las naciones y apareció en los números
4, 5 y 6 (abril a junio de 1914) de la revista Prosveschenie. Es
importante porque sirve para refutar lugares comunes como que el apoyo a los
procesos de emancipación nacional encabezados por la burguesía y la alianza con
esta implican una especie de traición, advirtiendo que ese argumento escamotea
que no apoyar una secesión conlleva aliarse a la práctica con la burguesía de
la nación opresora, que suele practicar otra forma de nacionalismo, casi
siempre aún más agresiva y lesiva. O que
el nacionalismo tiene siempre un carácter burgués, reaccionario y
contrarrevolucionario, cuando pone de manifiesto que en la lucha por la
soberanía nacional de una determinada burguesía de una nación oprimida, hay elementos de radicalidad democrática ausentes en el
nacionalismo de la nación opresora. O, por último, la insistente refutación,
presente a lo largo de todo el texto, de que la lucha por la liberación
nacional es incompatible con la solidaridad internacionalista, siendo como es,
para Lenin, su requisito.
El
caso del comunismo catalán ha sido especialmente significativo por la manera
cómo el leninismo arraigo enseguida asumiendo como centrales las tesis que
hacían inseparables la lucha social y la lucha nacional. Pensemos en figuras
como Martí i Julià, Francesc Layret, Salvador Seguí, Rafael Campalans, Jaume
Compte, etc., y en partidos independentistas de signo marxista-leninista, como
Estat Català-Partit Proletari y después el Partit Català Proletari. En
paralelo, la expresión catalana del Partido Comunista de España se convierte en
Catalunya, en 1932, en partidos independientes, algunos confederados, como el
Partit Comunista de Catalunya, y otros independentistas, como el Bloc Obrer i
Camperol. De esa amalgama nacen, en 1935, el POUM, en 1936, en Partit
Socialista Unificat de Catalunya, en cuya constitución juegan un papel clave
líderes procedentes de la izquierda independentista, como Amadeu Bernadó, Pere
Aznar, Artur Cussó o el mismo Pere Ardiaca, uno de los refundadores el año 1982
del PCC. Es ese partido, el PSUC, autodefinido hasta su desaparición como
"partido nacional y de classe", el que se integra como entidad
independiente en la III Internacional Comunista, siendo acaso la única vez que
Catalunya ha tenido voz propia en una organismo internacional.