Comentario para los colegas del Observatori d'Antropologia del Conflicte Urbà enviado el 16 de octubre de 2016
PASQUAL MARAGALL Y EL MODELO PORCIOLES
Manuel Delgado
Es interesante encontrarse con los elogios que recibió Porcioles tanto con motivo de su 80 aniversario como de su fallecimiento: Narcis Serra, Tarradellas, Pujol... y, por supuesto, Maragall. Os adjunto un ramillete de ejemplos. Completadlo con los que recibió en el especial de TV3, "Abecedari Porcioles", dirigido por Maria Dolors Genovés en septiembre de 2004, con 33 entrevistas recogidas luego en un libro: Les Barcelones de Porcioles: un abedecari, Proa, Barcelona, 2005. De lo que os mando, me quedo con el titular "Porcioles es el referente de la actual política de Maragall", en La Vanguardia del 5.9.1993.
De todos los elogios, los que más indignaron fueron los de
Pasqual Maragall, cuya inspiración como modelo del actual gobierno va a ser cada
vez más reconocida. Por eso os mandaba aquel artículo de Janet Sanz de El Pais
del 20 de octubre pasado, en que hacia el elogio del magnífico momento del
urbanismo basado en el "consenso politico y profesional que conoció
Barcelona en la década de los 80 y 90."
Os mando el artículo de Vázquez Montalbán en que se muestra
ofendido por los elogios de Pasqual Maragall al alcalde franquista de Barcelona.
Os copio cuando se muestra dolido por las declaraciones de Maragall “glosando
la catalanidad posibilista de Porcioles y situándola por encima de otros
catalanistas que, compartan o no sus idearios, tienen un claro pasado de
luchadores antifranquistas, es decir, antifascistas”.
Más adelante: “De hecho, Maragall ha asumido la Gran
Barcelona, el proyecto de Porcioles, no porque coincida exactamente con su
ideal urbanístico original, sino por mandato genético: el estamento social es
origen y fin y se ha hecho una Barcelona tal como la había pretendido la
burguesía novecentista, cómplice en el fusilamiento de Ferrer Guardia y en
parte mecenas del golpe franquista; burguesía que estuvo en condiciones de,
pragmáticamente, negarse a publicar a tiempo un artículo de Joan Maragall en el
que pedía perdón para el presunto inspirador de una de las tendencias
culturales dominantes en la clase obrera catalana de su tiempo”. La conclusión
no podía ser más tajante: “Si Porcioles ha sido tan positivo para Barcelona y
la catalanidad, que caiga el peso de la sanción histórica más condenatoria
sobre los que le cuestionaron y le crearon dificultades para ultimar su
preclaro proyecto. Reivindiquemos a Porcioles, que ya le llegará el turno a
Franco” (“La limpieza étnica de los señoritos”, El Pais, Barcelona, 14
de septiembre de 1993; os lo adjunto).