diumenge, 26 de març del 2023

Nada es irracional

La foto es de Diane Arbus.

Consideraciones para Cecilia Vergnano sobre lo racional y lo irracional, enviadas en enero de 2023

Nada es irracional
Manuel Delgado

Ceci, mira esto de que nada es irracional podrías haberlo oído en cualquier clase de antropología. Yo se lo escuché decir a Jesús Contreras cuando era estudiante. Imagínate cómo podría dar clases de antropología religiosa si no diera por supuesta esa premisa, en un campo como ese en que todos los asuntos que se tratan están considerados por la inmensa mayoría de gente como "irracionales".

Es como cuando daba clases de Antropología y Surrealismo en Eina. Allí lo que explicaba es que lo surrealista no es absurdo, sino que revela la existencia de una racionalidad oculta.

El tema es que damos por supuesto que existe una sola racionalidad, que es la del logos ilustrado y luego, del positivis XIX. Para el comparativismo cultural existen tantas racionalidades como sistemas de representación en condiciones de organizar significativamente el universo. Ese presupuesto aparece compartido una vez superados los prejuicios evolucionistas y las teorías sobre el pensamiento pre-racional de Lévy-Bruhl, de las que él mismo renegó luego. Acuérdate de cómo empezaba la asignatura de Antropología Religiosa leyendo aquello que Durkheim decía en Las formas elementales de la vida religiosa: "No existen creencias falsas. Todas son verdaderas de una manera u otra".

Otra cosa es la consideración del pensamiento "primitivo" como racional o no desde el punto de vista de la racionalidad "científica". Así, en un libro reputado como clási­co para la dis­ciplina, Brujería, magia y orácu­los entre los azande (Ana­gra­ma), Evans-Pritchard sentenciaba en 1937 que las convicciones de los ni­lóti­cos sobre los embrujos y la adi­vina­ción eran ciertas en rela­ción a sus propios pos­tulados lógi­cos, al margen de que no fueran "científicas".

Fue en torno a esa obra que habría de organizarse déca­das después una discu­sión digna de figu­rar como un momento este­lar en la his­toria de las teorías del conocimiento. Los antropólogos afines al obje­tivismo de Popperindiferentes como él a la cuestión del significado y atentos más bien a la "ra­cio­na­lidad" o no de los fenó­me­nos so­ciales -siempre desde el punto de vista del valor superior asignado a la racionalidad positivistasapostaron por co­locar las ideas y actitudes místi­cas de los primi­tivos al servicio de tareas puramente sim­bóli­co-ex­presivas, sin rela­ción alguna con la vocación instru­men­tal, la predicción de a­con­teci­mien­tos, control técnico sobre proce­sos objetivables, etc., como ocurre en la ciencia de las sociedades "a­bier­tas" como la nu­estra. Robin Horton ­(Ciencia y brujería, Ana­grama) e I.C. Jarvie fueron los expo­nentes más notables de tal pers­pectiva. Un ejemplo de este último enfoque lo tienes en Posmo­der­nismo, razón y reli­gión, de Ernest Ge­llner (Paidós), una apo­logía de la Verdad entendida como método ci­entí­fi­co, que, por ello, sólo puede ser buscada, pero no poseída.

La visión contraria la defendió Peter ­Winch, coinciendo en parte con las apreciaciones que formulara Witt­gens­tein en su Ob­serva­ciones a La Rama Dorada de Fra­zer (Tec­nos) contra la presunta superioridad del pensamiento cientí­fico oc­ciden­tal sobre el mágico-religioso de los "primitivos". Winch sostu­vo que lo que determina qué es lo que concuerda o no con la rea­lidad no es tanto la verificación empírica como los usos del lenguaje, a través de los cuales una comunidad de hablan­tes -y al tiempo de pensantesconstituye sus evidencias e hilvana formas específicas y con frecuencia in­traduci­bles de ra­cionali­dad.

El tiempo vino a situar los presupuestos particularistas y relativistas de Peter Winch en un lugar privilegiado entre las estrategias hegemónicas que, al poco, habría de ma­nejar la an­tropo­logía. En efecto, el radical agnosticismo axiológi­co -al borde de una auténtica antiepistemología- de los etnó­lo­gos posmoder­nos ha o­torgado a Winch el esta­tu­to de uno de sus pre­curso­res más inme­diatos. Están traducidos algunos de los artículos de Winch que protagonizaron aquel debate sobre la ver­dad en las culturas exóti­cas, entre ellos el más importante, "Com­prender una so­ciedad primitiva", publicado en 1964 (Paidós). 

Otra cosa es cómo aplicamos el concepto de racionalidad que nos proponía Max Weber. Para Weber un acto o una idea son racionales en tanto "tienen sentido", es decir pueden inscribirse  Weber en un universo de significado, una imagen global y sistemática del mundo, una cosmovisión, es decir un orden congruente en que se integra la experiencia social. En ese orden de cosas, las creencias religiosas, las ideología y, por supuesto, las teorías conspirativas son factores de racionalización en tanto colocan una colección dispersa e informe de hechos en un sistema coherente, consistente y duradero. 

Las teorías conspirativas tienen esa virtud: explican, clarifican la realidad, la dotan de una coherencia y unos fines que seguramente no poseen por sí mismos. Por tanto, desde el punto de vista de Weber, son racionales en tanto que son racionalizadoras.

Por tanto, la frase "nadie es irracional, todo el mundo es perfectamente racional en perseguir sus fines de acuerdo con sus medios, dentro de un contexto sociocultural", es de inequívoca matriz weberiana. Es más, nuestra tarea desde las ciencias sociales es establecer la racionalidad de los hechos que atendemos. Esto es, la racionalidad es nuestro problema metodológico fundamental. el objeto y la forma de nuestras indagaciones. Cuando estamos ante una determinada realidad -la conspiranoica que te interesa- la pregunta que nos formulamos es "¿qué sentido tiene?" o, lo que es lo mismo, "cuál es su racionalidad" o, más concretamente, en que proceso de racionalidad se inserta o de cual resulta. Es eso lo que descarta que haya hechos sociales sin sentido, al menos para quien los ejecuta.
Bueno, sí que los hay: se llaman errores.

Luego están las formas de racionalidad: instrumental, con arreglo a valores, con arreglo a fines, técnica... Si quieres sustentar que las teorías conspirativas son racionales defiende que lo son porque están ordenadas y ordenan, es decir, precisamente porque son teorías. Peléate con quien quiera que te escriba o te lea diciendo que las teorías conspiranoicas son falsas. No hay teorías falsas. Todas la teorías son verdaderas. No porque encuentran la Verdad, sino porque existen para producirla.


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