La foto es de JONATHAN ALPEYRIE (EUROPA PRESS)
Consideraciones para Cecilia Vergnano, antigua doctoranda, colega y amiga, enviadas en noviembre de 2022.
Nada es irracional
Manuel Delgado
Esto de que nada es irracional se lo escuché decir a Jesús Contreras cuando era estudiante. Imagínate cómo podría dar clases de antropología religiosa si no diera por supuesta esa premisa, en un campo como ese en que todos los asuntos que se tratan están considerados por la inmensa mayoría de gente como "irracionales".Es como cuando daba clases de Antropología y Surrealismo en Eina. Allí lo que explicaba que lo surrealista no es absurdo, sino que revela la existencia de una racionalidad oculta.
El tema es que damos por supuesto que existe una sola racionalidad, que es la del logos ilustrado y luego, del positivis XIX. Para el comparativismo cultural existen tantas racionalidades como sistemas de representación en condiciones de organizar significativamente el universo. Ese presupuesto aparece compartido una vez superados los prejuicios evolucionistas y las teorías sobre el pensamiento pre-racional de Lévy-Bruhl, de las que él mismo renegó luego. Acuérdate de cómo empezaba la asignatura de Antropología Religiosa leyendo aquello que Durkheim decía en Las formas elementales de la vida religiosa: "No existen creencias falsas. Todas son verdaderas de una manera u otra". Otra cosa es la consideración del pensamiento "primitivo" como racional o no desde el punto de vista de la racionalidad "científica".
Así, en un libro reputado como clásico para la disciplina, Brujería, magia y oráculos entre los azande (Anagrama), Evans-Pritchard sentenciaba en 1937 que las convicciones de los nilóticos sobre los embrujos y la adivinación eran ciertas en relación a sus propios postulados lógicos, al margen de que no fueran "científicas". Fue en torno a esa obra que habría de organizarse décadas después una discusión digna de figurar como un momento estelar en la historia de las teorías del conocimiento. Los antropólogos afines al objetivismo de Popper, indiferentes como él a la cuestión del significado y atentos más bien a la "racionalidad" o no de los fenómenos sociales -siempre desde el punto de vista del valor superior asignado a la racionalidad positivistas, apostaron por colocar las ideas y actitudes místicas de los primitivos al servicio de tareas puramente simbólico-expresivas, sin relación alguna con la vocación instrumental, la predicción de acontecimientos, control técnico sobre procesos objetivables, etc., como ocurre en la ciencia de las sociedades "abiertas" como la nuestra. Robin Horton (Ciencia y brujería, Anagrama) e I.C. Jarvie fueron los exponentes más notables de tal perspectiva. Un ejemplo de este último enfoque lo tienes en Posmodernismo, razón y religión, de Ernest Gellner (Paidós), una apología de la Verdad entendida como método científico, que, por ello, sólo puede ser buscada, pero no poseída.
La visión contraria la defendió Peter Winch, coinciendo en parte con las apreciaciones que formulara Wittgenstein en su Observaciones a La Rama Dorada de Frazer (Tecnos) contra la presunta superioridad del pensamiento científico occidental sobre el mágico-religioso de los "primitivos". Winch sostuvo que lo que determina qué es lo que concuerda o no con la realidad no es tanto la verificación empírica como los usos del lenguaje, a través de los cuales una comunidad de hablantes -y al tiempo de pensantes- constituye sus evidencias e hilvana formas específicas y con frecuencia intraducibles de racionalidad.
El tiempo vino a situar los presupuestos particularistas y relativistas de Peter Winch en un lugar privilegiado entre las estrategias hegemónicas que, al poco, habría de manejar la antropología. En efecto, el radical agnosticismo axiológico -al borde de una auténtica antiepistemología- de los etnólogos posmodernos ha otorgado a Winch el estatuto de uno de sus precursores más inmediatos. Están traducidos algunos de los artículos de Winch que protagonizaron aquel debate sobre la verdad en las culturas exóticas, entre ellos el más importante, "Comprender una sociedad primitiva", publicado en 1964 (Paidós). Otra cosa es cómo aplicamos el concepto de racionalidad que nos proponía Max Weber. Para Weber un acto o una idea son racionales en tanto "tienen sentido", es decir pueden inscribirse Weber en un universo de significado, una imagen global y sistemática del mundo, una cosmovisión, es decir un orden congruente en que se integra la experiencia social. En ese orden de cosas, las creencias religiosas, las ideología y, por supuesto, las teorías conspirativas son factores de racionalización en tanto colocan una colección dispersa e informe de hechos en un sistema coherente, consistente y duradero.
Las teorías conspirativas tienen esa virtud: explican, clarifican la realidad, la dotan de una coherencia y unos fines que seguramente no poseen por sí mismos. Por tanto, desde el punto de vista de Weber, son racionales en tanto que son racionalizadoras.
Por tanto, la frase "nadie es irracional, todo el mundo es perfectamente racional en perseguir sus fines de acuerdo con sus medios, dentro de un contexto sociocultural", es de inequívoca matriz weberiana. Es más, nuestra tarea desde las ciencias sociales es establecer la racionalidad de los hechos que atendemos. Esto es, la racionalidad es nuestro problema metodológico fundamental. el objeto y la forma de nuestras indagaciones. Cuando estamos ante una determinada realidad -la conspiranoica que te interesa- la pregunta que nos formulamos es "¿qué sentido tiene?" o, lo que es lo mismo, "cuál es su racionalidad" o, más concretamente, en que proceso de racionalidad se inserta o de cual resulta. Es eso lo que descarta que haya hechos sociales sin sentido, al menos para quien los ejecuta. Bueno, sí que los hay: se llaman errores.
Luego están las formas de racionalidad: instrumental, con arreglo a valores, con arreglo a fines, técnica... Si quieres sustentar que las teorías conspirativas son racionales defiende que lo son porque están ordenadas y ordenan, es decir, precisamente porque son teorías. Fundaméndate en Durkheim -no hay creencias falsas. Peléate con quien quiera que te escriba o te lea diciendo que las teorías conspiranoicas son falsas. No hay teorías falsas. Todas la teorías son verdaderas. No porque encuentran la Verdad, sino porque existen para producirla.