Fotografía de Joan Colom |
Nota para Carla Galli, doctoranda, enviada en febrero de 2015
ALGUNAS REFERENCIAS SOBRE LAS MUJERES EN LA CALLE
Manuel Delgado
Vamos a la raíz. Piensa en cuál es el lugar de la
mujer en la ciudad en el campo de la representación artística. La pintura, por ejemplo.
Piensa en finales del XIX, cómo aparece y verás que siempre se la pinta en
casa. Si se la representa en la calle, no lo dudes: es una puta. Piensa en todo
lo que hemos hablado sobre las maneras de llamar de manera "elegante"
a una prostituta: "mujer de la calle", "mujer pública",
"peripatética", "mujer de las esquinas".... Eso es
importante. Y lo mismo para la literatura de la misma época. La presencia de la
mujer en la calle solo se justifica bajo la figura de la prostituta o de la
asesinada. Busca el artículo de J. Wolff, “The
Invisible Flaneuse: Women and the Literature of Modernity”, ,heory, Culture & Society, II/3
(1985), pp. 33-46, y el libro The
Invisible Flâneuse?: Gender, Public Space and Visual Culture in Nineteenth
Century Paris, que es una compilación de Aruna D'Souza y Tom McDonough (University of Manchester Press, 2008). Luego tienes el de Erika
Bornay, Las hijas de Lilith, Cátedra,
Madrid, 1998 y el catálogo de una exposición que se titulo On són les dones?Este lo tengo; si quieres te lo paso.
Por cierto,
tendrias que ver todas las películas que tienen como protagonistas a
prostitutas y ver el papel que tiene la calle como escenario activo. Pienso en
las clásicas: Las noches de Cabiria, de Fellini, Vivre sa vie, de Godard, Irma la dulce, de Billy Wilder, etc.
Otro ejercicio: leer
literatura escrita por mujeres y ver el lugar que en ella ocupa la calle. Desde
Charlotte Bronte o George Eliot. Por supuesto, Virgina Woolf. Luego, si
quieres, Dorothy Parker, Angela Carter, Barbara Brooks, Djurna Barnes, Carmen
Laforet... O el resumen que hace L. Heron, en Streets of Desire. Women’s Fiction in the Twentieth Century City,
Virago, Londres, 1983.
Has de entender esa
génesis del actual modelo vigente de espacio público como espacio esencialmente
masculino. Indispensable leer a Richard Sennett, tanto El declive del hombre público, Anagrama, como R. Sennett, Los usos del desorden, Península,
Barcelona, 1975, que es donde explica la invención de "hogar dulce hogar".
Indispensable controlar los clásicos. Por ejemplo, Georg Simmel, Cultura femenina y otros ensayos, Espasa-Calpe, México DF., 1961. Indispensable,
Erving Goffman, “La
ritualización de la feminidad”, en Los momentos y sus hombres, Paidós,
Barcelona, 1991. Por cierto, observa cómo Simone de Bouvoir cita ese texto de
Goffman varias veces en el para ti innegociable El segundo sexo. Más clásicos que debes conocer: Betty Friedman, La mística de la feminidad, Sagitario,
Madrid, 1965. Has de conocer estas cosas. Haz lo que quieras con ellas, pero
conócelas. Si no, pierdes el derecho a hablar de manera fundamentada sobre este
asunto.
Por cierto, ¿pregúntate cómo es que hay tantas mujeres entre nuestros
referentes teóricos y morales? Apréndete de memoria el libro de nuestra Jane
Jacobs, Muerte y vida de las grandes
ciudades, Capitán Swing, 2011.
Más lecturas de partida. Son de los 90 pero los has de conocer. Fáciles de
encontrar: C. Booth, J. Darke y S. Yeandle, coords., La vida de las mujeres en las ciudades, Narcea, Madrid, 1998; Teresa
del Valle, Andamios para una nueva ciudad
(Cátedra, Madrid, 1997); L. McDowell, Género,
identidad y lugar (Cátedra, Madrid, 1999); M. Á. Durán, La ciudad
compartida. Conocimiento, afecto y uso, Consejo Superior de los Arquitectos
de España, Madrid, 1998; Anna Sabaté et al., Mujeres, espacio y sociedad, Síntesis, Madrid, 1995.