dimarts, 21 d’abril del 2020

Sobre unas huellas al final de la Rambla


Mensaje a los/las colegas del Observatori d'Antropologia del Conflicte Urbà

Sobre una huellas al final de las Ramblas
Manuel Delgado

Hasta las remodelaciones destinadas a hacer presentable Barcelona ante los juegos del 92, la parte baja de las Ramblas, después de Arc de Teatre, era parte del Barrio Chino, que cruzaba el paseo y se extendía por la parte baja de lo que hoy llaman el Gòtic, sobre todo la calle Escudellers. Todo aquello eran bares de putas y pensiones. Acordarse de "La negra flor", de Juan Perro: "Al final de la Rambla / me encontré con la Negra Flor...".

Bajando a mano derecha, después del Bar Cosmos, que cerró el año pasado, viene el edificio donde estuvo la Pompeu Fabra y ahora es Elisava. Si seguías, antes del Frontón Jai Alai, lo que hubo durante muchos años era una finca vaciada, cerrada, de la que lo único con vida era el Restaurante Amaya, de cocina vasca.

Bien, en esa finca había dos portales cerrados con una reja. Si te fijabas, en los zócalos de los dos zaguanes se podían apreciar los desgastes que se van en la foto. Corresponden a la huella dejada por los tacones de las prostitutas que se apostaban allí esperando clientes, sobre todo en invierno, porque taconeaban para soportar el frío. Si te colocabas ahí, respaldando el hombro contra la pared, veías que la huella correspondía al pie contrario, que es el que taconeaba. Eran la entrada de la Pensión Lolita. 

Un día pasé por delante y vi que estaban de obras y luego que habían hecho un hotel. Alguien me dijo que dentro conservan ese zócalo en una vitrina. 
Bueno, esa es la historia.

Juanjo Lahuerta le dedica un capítulo en su Destrucción de Barcelona (Mudito). Un libro precioso, por cierto.



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