Reseña del libro Género chat. O cómo la etnografía puso un pie en el ciberespacio, de Joan Mayans (Gedisa, 2002), publicado en Babelia, el suplemento del libros de El País, el 18 de enero de 2003.
EL CIBERESPACIO PÚBLICO
Manuel Delgado
Debe ser cierto que al antropólogo le caracteriza una cierta obsesión por descubrir lo que de viejo oculta lo que se anuncia como nuevo. Tenemos aquí una prueba más de ello: un libro sobre las implicaciones sociales y culturales de las “nuevas tecnologías”, tantas veces presentadas como fuentes de una mutación en las costumbres o como una verdadera revolución cognitiva, pero vistas en este caso como una variante más de una condición social humana que, siempre y en todos sitios, tiende a repetir estilos y esquemas. Se trata de Género chat, de Joan Mayans, premio de investigación de la Fundación Epson que Gedisa brinda como la primera entrega de una línea dedicada a temas de cibercultura. Al mismo tiempo, aparece en catalán otra obra de Mayans sobre el mismo tema: Sota un silenci amb mil orelles, publicado por la Universitat de les Illes Balears y que también ha merecido el premio de investigación Nadal Batlle i Nicolau de esa universidad.
El asunto sobre el que versa el trabajo de este joven antropólogo es el de los chats como ámbitos de sociabilidad basados en una tecnología de nuevo cuño, pero en los que es posible encontrar lógicas de consenso ya conocidas por las ciencias sociales. En particular, por la naturaleza fractal y discontinua de los encuentros y por el papel que en ellos juega la apariencia y la puesta en escena del propio yo, bien podría considerarse que nos hallamos ante una forma de espacio público generado por máquinas, al que resultan aplicables apreciaciones teóricas y metodológicas postuladas desde los tiempos de la Escuela de Chicago por los estudiosos de la vida urbana contemporánea, precisamente fundada, como sucede en el universo chat, en copresencias fluctuantes y provisionales.
La virtud de esta aportación es que, por un lado, nos propone técnicas de investigación en ciencias sociales adaptadas a esos espacios fantasmáticos que son las redes de conversadores internaúticos, en concreto los IRC o Internet Relay Chat españoles. Más allá, tenemos una apuesta por rescatar el ciberespacio de las interpretaciones melodramáticas y espectaculares, por devolverlo a esa idea kantiana de espacio no como algo que está ahí, esperando ser usado, sino como lo que no es sino pura posibilidad de juntar, escenario que existe sólo y en tanto alguien se apropia de él y, con otros, lo practica.
En una palabra, he aquí un excelente trabajo sobre lo nuevo y lo viejo en las actuales sociedades digitales, una rigurosa y apasionante indagación antropológica sobre el ciberespacio como nuevo ámbito para no tan nuevas modalidades de intercambio y acción social. Desde ahora, una insustituible aproximación a la cibersociedad.