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Mensaje para Yasmin Syed, haciendo trabajo de campo en Lahore, Pakistán
EL ISLAMISMO COMO IDEOLOGIA MODERNIZADORA
Manuel Delgado
Por
supuesto que no puedo dármelas de entendido ni en lo que es la sociedad
pakistani, ni tampoco del Islam más allá de conocimientos amplios que me
corresponden como profesor de antropologia religiosa. Lo que si que te pido es
que no pierdas de vista que la religión tiene hoy un papel esencialmente
racionalizador y, en el caso del Islam y el llamado islamismo, en clave
modernizadora, es decir en la de dotar de estructuras de plausibilidad las
experiencias propias de procesos de homogeneización cultural, que es en eso en
lo que consiste esencialmente lo que damos en llamar modernización, que no es
lo mismo que occidentalización.
Interesa
sobre todo entender que la corriente doctrinal más central en eso que se da en
llamar islamismo, el wahabismo, fue la doctrina rigorista que también resultó
fundamental para los movimientos modernizadores musulmanes que protagonizaron
la independencia de la India, primero, y la creación del Estado del Pakistán,
enseguida. En efecto, fueron los wahabitas o, como prefieren llamarse ellos
mismos, los muwahhidun o
"unitarios", quienes inspiraron doctrinalmente la creación del Estado
del Pakistán, y le impusieron el rigorismo intolerante que tanto había
escandalizado a Lévi-Strauss.
Esto lo
averigüé buscando referencias de qué es lo que habia motivado la reflexión que,
ante las ruinas grecobúdicas de Táxila, Lévi-Strauss levantaba acerca de los
estragos del islamismo, que arrancaba precisamente del testimonio de la
anulación que el arte figurativo estaba padeciendo en Pakistán, como una
fórmula de afirmación anti-india que pretendía abjurar del sensualismo
artístico de la cultura hindú, afirmación que bebía directamente del rechazo
salafita contra las mediaciones materiales para expresar lo inefable.
Lei que
los teóricos del Islam que fundaron el moderno Pakistán no sólo se habían
enfrentado radicalmente con los "paganos" hindues y los
"infieles" británicos, sino que habían roto también con el islamismo
liberal y occidentalizado de Sir Sayyid Ahmad Jan, para acabar adoptando una
posición muy parecida a la del wahabismo saudí. Esta versión pakistaní del
wahabismo encontró en teóricos como Muhammad Iqbal -el poeta y filósofo
nacional pakistaní, como sabes- uno de los vehículos mediante el que justificar
la modernización, una modernización que pasaba por el rechazo de las formas
tradicionales que habían corrompido el Islam y, sobre todo, por la expurgación
de las excrecencias del sincretismo místico-platónico incorporado al Islam a
partir de los siglos IX y X.
Por
supuesto que el rechazo a todo lo hindú formó parte de ese plan de hacer de
Pakistán un punto de partida para aquella grandiosa teocracia democrática
universal, la milla, comunidad de
creyentes, contrapuesta a la watan o
patria e inspirada en una shari'a no
modernizada sino modernizadora. Para Iqbal, toda la ciencia moderna y los
avances de la filosofía occidental -Kant, Nietzsche, Russell, Whitehead, etc.-
habían encontrado sus precedentes en el Islam y en su manera de desconsagrar la
naturaleza, avanzándose al pensamiento racionalista que derivó en Europa de las
revoluciones religiosas de la Edad Moderna.
También
aprendí y anoté que, junto a Iqbal, y en un plano más directamente político, la
fundación del Pakistán es indesligable de las ideas de Abu al‑Ala Mawdudi
(1903-1979). Seguro que lo conoces. Mawdudi fue un escriturista radical cuyo
pensamiento ultraconservador sólo puede entenderse en términos de rechazo
radical del "paganismo" hindú y en un alegato en favor de la
hegemonía del Islam jurídico, es decir basado en la administración del Corán y
la Sunna (cf. Adams, 1983). El Jamaat-e-islami,
la corriente desgajada de la Liga Musulmana que dirigió Mawdudi -partidario no
de un Estado musulmán, sino islámico-
se caracterizó por sus tendencias xenófobas y sirvió para oponerse, primero, al
obrerista y multiétnico Moviento de Pakistán, y, más adelante, ya fundado el
Estado pakistaní en 1947, a los movimientos radicales de izquierda. El Jamaat
fue apoyado por la oligarquía pakistaní y por los gobiernos conservadores de
Oriente Próximo, y se basó en la acción violenta de los thugs paramilitares y fascistas de Al-Badr y As‑Chams. Fue, al fin,
ese Islam, resultante del proyecto filowahabita de Iqbal y Mawdudi, lo que
indignó a Lévi-Strauss, en un Pakistán que se ofrecía como exponente de los
intentos de crear un Islam moderno a partir de una recuperación de sus propias
esencias, agraviadas por la arrogancia de Occidente, pero de la que la propia
comunidad de los creyentes había quedado separada.
Es un
tema que me interesa. Siempre a partir de los comentarios de Lévi-Strauss sobre
un cierto Islam y su responsabilidad en la destrucción de la gran cultura de
Gandara, uno de los momentos más apasionantes de la historia de la humanidad.
Si quieres te cuento más de lo que anoté siguiendo ese tema.