Foto de Fred Herzog |
EL PÚBLICO BASURA
Manuel Delgado
¿Qué es lo que escandaliza del éxito de los programas de pornografía moral que abundan últimamente en radio y televisión? ¿Qué es lo que, pongamos por caso, se le puede reprochar a un señor llamado Julián Lago a raíz de esa apoteosis del exhibicionismo de la miseria humana que ha sido la última entrega de su máquina de la verdad? Nada en absoluto. Tele 5 y los otros medios que se han apuntado al striptease le han brindado a su público lo que éste demandaba, ni más ni menos.
A un programa televisivo de libros, le corresponde un público televisivo lector. Por eso, con la excepción robinsónica de Emili Teixidor y sus Mil paraules, sencillamente no existen. Por lo mismo, a un programa de tele-basura le corresponde un público-basura.Por eso hay tantos, o, mejor dicho, por eso apenas quedan que no lo sean. Y que no se repita el viejo y paternalista tópico de que con programas como éstos se idiotiza a las masas: una televisión así sólo es susceptible de idiotizar a un idiota.
Cada sociedad tiene la programación televisiva y radiofónica que se merece, y, hoy, lo que satisface el despotismo de los índices de audiencia es lo obsceno, lo trivial, lo epidérmico, lo morboso. El Público: he ahí al nuevo dios de los tiempos que corren, un dios atroz e insaciable a cuyo altar llegan cada día sus sacerdotes a ofrecerle en sacrificio la inteligencia.