Imagen del documental "La Taranta", de Giafranco Mendozzi (1961) |
Reseña de La Tierra del Remordimiento, de Ernesto de Martino. Traducción de Juan Vivanco, Edicions Bellaterra, Barcelona, 1999, pubicada en Babelia, suplemento de libros de El País, el 13 de enero de 2000,
POSESIONES ITALIANAS
Manuel Delgado
Sabemos poco de la antropología italiana. Si hay dificultades para acceder a tantos clásicos de la etnología anglosajona o francesa, imagínese lo inaudito que resulta que, de pronto, Bellaterra nos brinde esta versión de La tierra del remordimiento, el libro más representantivo de Ernesto de Martino (1908-1965), antropólogo e historiador del sur de Italia y una figuras emblemática en la historia intelectual de aquel país. Encontramos aquí los ingredientes básicos de su pensamiento y de su ánimo : la deuda con Croce, la amistad con Cesare Pavese, la influencia de Gramsci, el buscado paralelo con Carlo Levi, el existencialismo, el psicoanálisis, Lévi-Strauss... Encontramos también los cimientos de la antropología hecha luego en Italia : Clara Gallini, Pasquinelli, Lombardi Satriani...
Digámoslo con toda claridad : La tierra del remordimiento es una obra maestra. Si sus defectos delatan el momento de su redacción (1959), sus cualidades, la luz de sus intuiciones científicas, lo conmovedor de sus inferencias éticas trascienden su contexto para resonar entre nosotros con un extraño vigor. El libro consiste en el informe de un equipo de investigadores dirigido por de Martino y compuesto por un médico, un musicólogo, una psicóloga y una especialista en antropología económica. Su objetivo : dilucidar las implicaciones históricas, sociales y culturales del tarantelismo, un rito de posesión cuyo escenario es la península de Salento, en la Apulia, y que se relaciona míticamente con la picadura de la Lycosa tarentula. Tanto los éxtasis como los exorcismos tarantélicos despliegan y al tiempo se integran en un complejo dispositivo mito-simbólico, en el que la danza, la música y los colores ocupan el lugar principal y que la Iglesia y el dogmatismo positivista habían condenado a un estado puramente residual.
Sin perder su singularidad, el tarantelismo apuliano se incluía en un vasto sistema rito-mitológico que se extendía hacia atrás hasta el extatismo dionisiaco clásico y las epidemias orgiásticas medievales y que sobrevivía penosamente por el suroeste europeo –sur de Francia, península Ibérica, Cerdeña– y el norte africano, con modalidades tan bien estudiadas como el bori sudanés y los cultos zâr egipcio-etiopes. En los casos estudiados por de Martino –extertores de un universo simbólico que agoniza–, los trances aparecen como crisis recidivantes en los que los poseidos –la inmensa mayoría mujeres– dramatizan el supuesto ataque inicial de la araña. Éste se desvela en realidad como un indicativo de acontecimientos existenciales graves, que encuentran en los tránsitos pautados de la tarantela un eje socio-cultural en torno al que articularse. El éxtasis tarantélico implica así la irrupción cíclica de un desorden memorizado, un caos cuya amenaza persiste en forma de remordimiento, de «memoria mala», que vuelve periódicamente para recordar la omnipresencia de potencias disolventes que se agitan bajo el orden social, en un inconsciente que no puede ser sino colectivo.
Pero, más allá del testimonio exahustivo de un fenómo social concreto, de Martino extrae toda la verdad metafórica que los hechos que analiza encierran, el significado último que da valor al viaje científico, a la indagación histórica, al trabajo de campo. ¿De qué remordimiento se trata? ¿Cuál es ese pasado oscuro que se niega a ser pasado, que vuelve una y otra vez para recordarnos el presente maldito? Acaso la miseria del sur, la negación de la sexualidad, la brutal subordinación de la mujer en la Italia de los años cincuenta. Acaso, cuarenta años después, la miseria del mundo, la negación de la vida, la brutal subordinación de lo humano en el planeta, en los albores del segundo milenio.