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Comentario para Luis Carmona, doctorando de la UB, enviado el 9 de junio de 2017
HACER UN PENSAMIENTO O PENSAR CON LOS PIES
Manuel Delgado
En efecto, debería estremecernos lo que
implica la expresión catalana fer un
pensament, para indicar la acción de moverse o cambiar de sitio. Moverse es
pensar, ejercitar el pensamiento, del mismo modo que el pensamiento es
desplazamiento. Tremenda pregunta que te invito a formularte: "¿Dónde
estás cuando estás pensando?" Sin duda, todo viaje —hasta el más prosaico
y breve, el del vulgar paseo— es un viaje filosófico, de igual modo que pensar
es desplazarte a mundos paralelos, esos que en español conocemos como Babia o
La Luna de Valencia.
Fíjate en otra aparente casualidad
lingüística, y perdona porque me parece la tengo tan presente que seguro que
algún vez tuve que mencionarla a ti personalmente o en clase. Me refiero a la
del verbo discurrir. Si miras en el
diccionario de la RAE, verás que quiere decir: 1. Andar, caminar,
correr por diversas partes y lugares; 2. Dicho de un fluido,
como el aire, el agua, el aceite, etc., y 3. Reflexionar,
pensar, hablar acerca de algo, aplicar la inteligencia. A su vez, discurrir
comparte etimología con discurso: el latín discurrere,
"correr en todos los sentidos", de manera que elaborar un discurso
sería formalizar verbalmente lo que discurrimos o, si lo prefieres, dejar
discurrir las palabras de forma adecuada. ¿No es también genial?
¿Eso que implica? Pues que discurrir
es, en efecto, cambiar de sitio, moverse, desplazarse, fluir... Pero también es
hablar, emitir un relato, contar algo. Y, por último, discurrir es pensar,
hasta el punto de que todo caminante —hasta el vulgar viandante— es una especie
de filósofo, abstraído en su pensamiento, que convierte su paseo en su gabinete
de trabajo, a la manera de los filósofos peripatéticos clásicos, o de lo que
Epíceto denomina ejercicios éticos,
consistentes en pasear y comprobar las reacciones que se van produciendo
durante el paseo, o del Rousseau de las Ensoñaciones de un paseante
solitario. Todo andariego es un cavilador; rumía,
barrina, se desplaza desde y en su interior. Discurrir es al mismo tiempo pensar,
hablar, pasar.
No sé si los has pensado,
pero ese es el sentido de toda la literatura de viajes y de un género
cinematográfico como son las road movies. En todos los casos, los protagonistas
organizan el sentido de su propia existente a partir del movimiento en que
están comprometidos. Me viene a la cabeza ese desplazamiento minimalista que es
el Viaje alrededor de mi habitación de
Xavier de Maistre. Por cierto, ¡qué gran road movie que es El Quijote!.
También me viene a la
memoria una cosa que dice Robert Ezra Park —uno de los fundadores de la Escuela de
Chicago" en un artículo elocuentemente titulado “El espíritu del hobo: reflexiones sobre la
relación entre mentalidad y movilidad”. Es de 1923 y está recogido en La
ciudad y otros ensayos de ecología urbana (Serbal). Lo he buscado y he visto que acaba así:“La conciencia no es sino un incidente de la locomoción”.
Qué tontos quienes creen
que pensamos con el cerebro. En realidad es con los pies
con lo que pensamos.