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Felix María Samaniego |
He
encontrado algunas cosas que tenía vaciadas de cuando estaba haciendo mi tesis
doctoral y que no llegué a incluir en ella. Se trata de alusiones literarias a
la pésima reputación sexual del clero. Esto de Félix María Samaniego es de sus Cuentos y poesías más que picantes. El
original es de 1795, pero lo saqué de una edición de L'Avenç de 1899 que hay en
la Biblioteca de Catalunya.
Un
novicio tenía en su convento
el
entretenimiento,
cuando
a solas estaba,
de
tocarse el guión que le colgaba,
porque,
como del claustro no salía,
gozar
de otros placeres no podía.
En efecto: a la cura que promete
la devota se pone, y luego mete
su dedo colosal el fraile dentro,
y empujando y moviéndolo en el
centro
logró por fin de operaciòn tan sabia
soltara el panadizo la materia.
Saco su dedo sano y deshinchado
el fraile...
Los
monjes del convento
poltronamente
estaban en su asiento
discurriendo
en los modos diferentes
de
alejas con remedios convenientes
el
bullidor tumulto
que a cada
monje le abultaba el bulto.
Una
moza morena
llegó a
sus plantas de pecado llena
Empezó
a confesarse
y, qual
todas, al sexto mandamiento
de
varias poluciones a acusarse
con
tanta contricción, que al movimiento
de su
blanca pechera
simpatizó
el frayle el instrumento,
como
era natural, de tal manera
que le
causó cuydado
sentirlo
de repente tan hinchado.
Tengo
más cosas de estas. Por ejemplo de Leandro Fernández de Moratín, que en sus Fábulas futrosóficas incluye el obsceno
e irrespetuoso poema "Los perros en la iglesia", en el que, entre
otras cosas, se dice:
Tras
una perra entraba muy de prisa
en una
catedral un perdiguero,
al
tiempo justamente de la misa,
meneando
la cola muy ligero,
a par
que tiesa la otra dependencia
como
novel togado de la audiencia.
Otra
cosa por el estilo es de Antonio García Gutiérrez. Es más conocido como
dramaturgo, pero tiene un librito titulado El
aldabón del cielo en el que pueden leerse cosas como:
En cueros en su cama
tendido boca arriba esta el padre,
y tenía cojido con ambas manos el
carajo erguido
que a más de una beata hiciera
madre.
En esa
misma línea esto es la Parodía cachonda
de El Diablo Mundo, en la que Alejo de Montado se reía de Espronceda:
Y si
llega a arzobispo el tierno enfante
gotas
de leche, ¡oh, padres!, derramad,
al
contemplarle, báculo empuñante,
dirigiendo
cualquier solemnidad.
Lanzando bramidos hórridos,
ansiando festín y cópula
y en culo inmenso vástago
como llovido descuélgase
un mofletudo canónigo:
cabalga en un sacristán
quizás el genio de la tierra,
medio caida la estola
que en forma de manterola
hoy nos la quiere hacer cascar.