dijous, 25 de juliol del 2019

Alguien tiene que morir. Sobre Coripe y la censura popular

Quema de la figura de Enrique Peña Nieto, el 20 de Noviembre del 2014 en el Zócalo de la Ciudad de México, La foto es de Adolfo Vladimir para la revista Cuartooscuro y me la ha facilitado mi amigo arquitecto Carlos Crespo, de Cudad de México.
ALGUIEN TIENE QUE MORIR. 
SOBRE CORIPE Y LA CENSURA POPULAR
Manuel Delgado

Ahora que la fiscalía ha archivado la causa por “incitación al odio” por lo de la quema del muñeco de Puigdemont no sé si se podrá decir algo que no ponga histéricos a ciertos escoramientos irracionales del nacionalismo catalán. La verdad es que toda esta historia de la fiesta del Judas en Coripe (Sevilla) me parece completamente sacada de quicio. Me atreví a hacer un comentario en Facebook haciendo notar que en las Fallas de este año habían quemado efigies de Puigemont y se desató una tormenta de insultos y descalificaciones que me hizo borrar la entrada. Y a mi me parece que la cosa está clara. Se supone que la fiesta es un ámbito de impunidad en que se puede y se debe transgredir y agredir. Si en este pueblo le tienen manía a Puigdemont sus razones tendrán. Es su fiesta y pueden matar, quemar, fusilar y despedazar a la representación de quien quieran.

Las fiestas de Judas son una de las expresiones de esa violencia folklórica que está presente en muchísimas expresiones de cultura popular ibérica. Os recomiendo un libro que habla del asunto: Timothy J. Mitchell, Violence and Pie­ty in Spanish Folklore (University of Pennsylvania Press, Filadeldia, 1988), Hay aparece una interpretación a propósito de multitud de protocolos de agresión dirigidos contra objetos simbólicos o alegorías en contextos festivos. Esos dispositivos ceremoniales de censura popular y castigo contra entidades que simulaban peligros para la comunidad se despliegan  regularmente cada año con motivo de encuentros comunitarios previstos en el propio calendario religioso, en oportunidades en que una violencia percibida como justa y apremiante era aplicada contra quien debía ser humillado y luego eliminado o lo que debía ser destruido para preservan un orden del mundo imaginado como alterado o en peligro. Luego està un viejo articulo de Pilar García de Diego,. «Censura popular». Revista de Dialectología y Tradiciones Populares 16 (1960): 295-333. Si me permitís la autorreferencia, yo hice algo sobre el manteo del Judas en el pueblo de mis padres: "Violencia, ritual y división simbólica de los sexos en Almadén (Ciudad Real)", Revista de dialectología y tradiciones populares, 47 (47): 73-102. 

Todas estas fiestas responden a lógica del alguien tiene que morir en torno al que giran tantas expresiones de cultura popular en las sociedades de tradición católica. Por un lado, lo que tenemos es que la Pasión es una celebración que ilustra la obsesión que el costumbrario tradicional tiene de maltratar, vejar y linchar finalmente a un personaje, en una u otra de las ampliamente extendidas fiestas basadas en la representación de la censura y la justicia populares. En el propio ciclo festivo pascual un ejemplo es la muerte ritual de ese pelele víctima de escarnio y asesinato atroz –colgado, arrastrado, reventado a patadas, descuartizado, quemado vivo– que es el Judas, un tipo de fiesta de la que se conocen abundantes variaciones, siempre centradas en la destrucción ceremonial de un villano total, que hoy se escoge entre el elenco que ofrece la actualidad mediática.


Canals de vídeo

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