Fotograma de "En construcción", de Jose Luis Guerín (2001) |
Más consideraciones a la gente del OACU a propósito del mito de las "etapas" del urbanismo barcelonés.
EL MITO DE LAS "ETAPAS" DEL URBANISMO BARCELONÉS.
Manuel Delgado
La leyenda de las "etapas" de las políticas
urbanísticas de Barcelona relata que las últimas decepcionan las expectativas
democraticistas y sociales de las iniciales. Se podrá llegar, siguiéndoles, a
la conclusión de que las críticas contra los abusos inmobiliarios y las
justificaciones simbólicas que lo encubren corresponden a tendencias recientes,
decepcionadas por la traición a lo que fuera una edad de oro del urbanismo
barcelonés. Ese es el mito.
De hecho, esto mas bien respondería al despecho de
“especialistas” que medraron en un determinado momento y se han visto
postergados en determinado momento, lo que les lleva a criticar el abandono o
incluso la traición al “auténtico modelo Barcelona” que ellos se arrogan haber
encarnado. En cambio, esa primera fase aparentemente inocente fue fundamental
–la de los alcaldes Serra y sobre todo Maragall– para la constitución de las
bases ideológicas de cuyo consenso iban a depender lo que vendría después,
inviable sin una legitimación simbólica capaz de disuadir y persuadir. Por otra
parte, las políticas sistemáticas de desalojo y expulsión a nuevas y viejas
periferias de vecinos “inconvenientes” a los planes de reconversión urbanística
arrancan precisamente con la necesidad de las nuevas autoridades democráticas a
adaptarse a los nuevos contextos definidos por el tardocapitalismo y su
concepción de la ciudad.
En otras palabras, que todo lo que Ada Colau, Gala Pin, V
de Vivienda, etc., denunciaba hace diez años, en las etapas Clos o Hereu en materia de
acoso contra propietarios o inquilinos molestos para los nuevos planes de
recalificación de barrios enteros considerados “obsoletos” ya se denunciaba en
la época dorada, la “progresista”, tanto en forma de campañas populares como de
estudios académicos o posicionamientos intelectuales. En el primer caso,
recuérdese la campaña “Aquí hi ha gana” (“Aquí hay hambre”), desarrollada
durante los primeros meses de 1987, o la de los vecinos de Poble Nou bajo el
epígrafe “No volem canviar de barri” (“No queremos cambiar de barrio”), contra
las remodelaciones que iban a mutar los escenarios de su vida cotidiana. Las
dinámicas de deterioro inducido y el vaciamiento hacia la periferia del centro
histórico de Barcelona, que parecerían asociarse a las fases de decadencia y
traición de la edad de oro del modelo Barcelona, ya estaban siendo estudiadas y
denunciadas como en marcha a mediados de los 80, antes de la designación olímpica.
Para el caso del barrio de Sant Pere, véase el excelente trabajo de nuestro
amigo Pere López Sánchez, El centro histórico. Un lugar para el
conflicto (Universitat de Barcelona,
1986).
Un testimonio de lo que se pensaba sobre la marcha de la
ciudad desde la izquierda menos dócil serían los artículos que aparecieron a
principios de los 90 en la mitica revista Mientras Tanto, fundada por Giulia
Adinolfi y Manuel Sacristán. Buscad por ejemplo el artículo de Antonio Giménez
Merino, “El pobre a la periferia. Especulación urbanística en la Barcelona
actual”, Mientras tanto, Barcelona, 58 (abril 1994), pp. 67-73. También
“Especulación en la Barcelona olímpica” y “La Barcelona olímpica”, notas
editoriales de los números 43 y 55 de la misma revista.
Una vez obtenida la perspectiva de ver cumplido el “sueño
olímpico” no todo fueron contribuciones al éxtasis colectivo que parecía
haberse desencadenado a todos los niveles. Desde las ciencias sociales de la
ciudad se emitieron críticas a lo que ya se percibía como una política de
aparador que ocultaba la mercantilización de la ciudad y su conversión en un
brutal colosal mecanismo de dualización social, así como la manera como era
valiéndose de la legitimidad que les otorgaba su naturaleza “avanzada” que los
ayuntamientos surgidos de las urnas asumían o reasignaban al sector privado o
mixto las negociaciones encaminadas a la expropiación desventajosa de
residentes mayores o en situación legal precaria en los barrios a “renovar”.
No cabe duda de que se han cumplido con creces las
intuiciones de las pocas voces que, en el momento culminante del llamado
“espíritu olímpico”, supieron reconocerlo como un dispositivo puramente
retórico al servicio de la terciarización y tematización de Barcelona, de su
conversión en un espacio de y para el consumo y su plegamiento a los
requerimientos del capital internacional: Incorporación a la mundialización,
nuevas periferias sociales, refuncionalización del espacio urbano en clave de
mercado, reapropiación capitalista de la ciudad... Véanse, por ejemplo, Pere López, “1992, objectiu de tots? Ciutat-empresa
i dualitat social a la Barcelona olímpica”, Revista
Catalana de Geografia, 15 (junio 1991), pp. 91-99; “Todos, mayoría y
minorías en la Barcelona olímpica-empresa. Apuntes sobre el gobierno de lo
social en la ciudad-empresa”, Economía y sociedad, 9 (1993), pp.
103-115; Núria Benach, “Producción de imagen en la Barcelona del 92”, Estudios Geográficos, LIV/212
(julio-setiembre 1993), pp. 483-505, y Rosa Tello, “Barcelona post-olímpica: De ciudad
industrial a escenario de consumo”, Estudios
Geográficos, 212 (julio-setiembre 1993), pp. 507-522. Continuará.