Del catálogo La mirada interior. Tallas medievales reveladas por la cámara de Domi Mora, Museu Frederic Marés, Barcelona, 2007.
LA MIRADA ESTREMECIDA
Manuel Delgado
Hace tiempo que sigo el trabajo de Domi Mora en el
campo de la fotografía y creo que entiendo la clave de mi propio interés. Para
alguién como yo que encuentra en el cine no sólo un medio de creación, sino un
modelo metodológico de observación del mundo, la fotografía de Mora suponía un
insólito ensayo por incorporar a la imagen fija las variables a las que ésta
–precisamente por su fijación– parecería ser ajena, cuando no contraria: el
tiempo y el movimiento. Ese esfuerzo por obligar a la imagen estable a
desmentir su presunta naturaleza y mostrarse animada, es decir al mismo tiempo
“con alma” y “con movimiento” aparecía en trabajos anteriores –incluso en
aquellos cuyo objeto eran, por ejemplo, la arquitectura o elementos del
mobiliario urbano–, pero se muestra en este caso –el trabajo con imágenes
cristos y vírgenes medievales– como
llevado hasta sus últimas consecuencias en cuanto a atrevimiento y profundidad.
En efecto, hay en este material que se muestra una voluntad muy seria de ir al
fondo de la superficie aparente que los objetos sagrados y hacerlo a través de
fotografías que no en vano dan la imprensión de estar “movidas”, no porque la
cámara se haya movido, sino porque quien ha cambiado de posición es el mismo
cuerpo retratado. Esa es la apuesta creativa de Domi Mora y eso es justamente
lo que convierte esta exposición y lo que expone –en el doble sentido de que se
exhibe y se arriesga– en una interesante actualizacion de la vieja polémica
sobre la condición última de la imagen sagrada de entidad habitada.
Y he aquí que Domi Mora vuelve a expresar aquella misma sensibilidad
hacia la verdad oculta o disimulada tras el aparente hieratismo de ciertas
imágenes las fuentes de cuyo poder y de la fascinación que ejercen son un
enigma. En cuanto te descuidas, esea imágenes tan especiales como estas
traspasan el umbral de esa vida que parecía que se limitaban a observar y que
les observaba. En un momento dado cobran realidad, se escapan del dominio de lo
meramente simbólico. Ya no se confornan con representar, sino que son;
se convierten en lo que figuraban ser. Y entonces descubrimos que se mueven o
se han movido. Se agitan levemente, tiemblan, se estremecen, experimentan
espasmos minimos, apenas perceptibles, estremecimientos que nos estremecen. Por
lo general, cuesta verlo, pero es por ello que nos resulta tan util la cámara
de Domi Mora, cuya virtud se limita a hacernos notar cualidades imprevistas de
lo que capta. En este caso, su lente mecánica nos da acceso a lo que nuestros
ojos no pueden percibir en su torpeza: que las imágenes sagradas son sagradas
porque no son imágenes. Un ánima las anima.