La foto es de Reuters y corresponde a los disturbios en Londres, en agosto de 2011 |
Nuevos comentarios a propósito de la "antropología implicada", ahora de Daniele Bagnoli, geógrafo del OACU
CONTRA LAS AUTOCATEGORÍAS
Daniele Bagnolli
En mi región hay un dicho, "la mejor palabra es la que
no se dice" y yo no estaría tan de acuerdo con eso si no fuera por su
valor altamente simbólico y adaptable a varios contextos, no solo verbales. De
hecho, creo que lo único más desagradable de las etiquetas, categorías y
definiciones sólo pueden ser las autoetiquetas, autocategorias y
autodefiniciones.
Hace poco un tipo, al darse cuenta que yo estaba hablando
sobre algunas resistencias a las transformaciones urbanas, no se detuvo a
presentarse como "anarquista", contándome sus "implicaciones". Juro que fue la primera vez qué se me ocurrió
algo parecido. Las palabras pueden ser piedras tal como plumas, y a veces no
aclaran, no quitan las dudas, sino que confunden.
Una vez me dijeron "luchador geógrafo" y desde
entonces sigo preguntándome si eso sería un geógrafo que lucha o un luchador
con un cariño para los mapas. Creo que todos estamos implicados en algo, y
habrá sin embargo algún ingeniero petroquímico muy, muy implicado. Quizás en
otras cosas, que no sean militantes, pero estoy seguro que habrá.
¿Y qué pasa con el académico, político, periodista (todos
implicados) que desarrolla su trabajo entre los datos científicos, su propia
opinión y un papel público? ¿Cómo es que los ríos de tinta, visiones tan
preciosas, vertidos por arquitectos y
urbanistas no se reflejan para nada en los resultados cuando fracasan y conducen
a desguaces sociales y ambientales? ¿Es que ellos, arquitectos y urbanistas,
pueden separar sus libres ideas de la evidencia de estar ligados al sistema de
poder al que sirven?