dissabte, 25 de juliol del 2015

La planificación cultural de las ciudades

La foto es de Carlos Lorenzo
Avance de la intervención en el encuentro internacional Espaços Culturais Urbanos, São Paulo, 22 y 23 septiembre 2016.

LA PLANIFICACIÓN CULTURAL DE LAS CIUDADES
Manuel Delgado

No vemos por doquier sino ejemplos de cómo las grandes dinámicas de mutación urbana son gestadas y gestionadas desde la lógica neoliberal, es decir a partir de los principios de un capitalismo que le exige al Estado la reducción al máximo a su papel de arbitraje económico y atención pública, pero que le asigna un papel clave como su cooperador institucional, tanto por lo que hace a la represión de sus enemigos —reales o imaginados— y la contención asistencial de la miseria, como a la producción simbólica y de efectos especiales al servicio del buen funcionamiento de los mercados. De tal alianza entre penetración capitalista y políticas públicas resulta una transformación de la fisonomía tanto humana como morfológica de muchas ciudades, consistente en favorecer la revitalización como espacios-negocio de barrios céntricos o periféricos que fueron  populares, o de antiguas zonas industriales o portuarias ahora abandonadas, que se recalifican como residenciales "de categoría" o se colocan al servicio de las nuevas industrias tecnológicas y cognitivas.

Ahora bien, todo ello está siendo acompañado de actuaciones que invocan principios abstractos, irrevocables y universales, entre los cuales destaca el de la cultura. Es en ese ámbito que se representa como segregado y que se coloca bajo el epígrafe de cultural en el que las políticas de promoción urbana y competencia entre ciudades encuentran en la actualidad un valor refugio con que dotar de singularidad funcional lo que en la práctica son estrategias de mercado, además de fuentes de prestigio para las instituciones políticas ante la propia ciudadanía. Es importante que al resultado de las intervenciones que se presentan como regeneradoras del tejido urbano quepa asignarles el atributo de creativas, dando a entender que han ido acompañadas de la radicación de industrias e instituciones en condiciones de proveer de bienes y servicios inmateriales. Objetivo: que las ciudades merezcan el título de smart cities, "ciudades inteligentes", para lo cual es preciso convertirlas en nicho de instituciones culturales de renombre y escenario para grandes eventos igualmente culturales, componentes clave para hacer de ellas núcleos hiperactivos de producción de imágenes y significados, que colocan el dinamismo intelectual, si es menester rupturista, al servicio de ideales universales, como son el capital humano, la sostenibilidad ambiental, el multiculturalismo, la calidad de vida, el humanismo tecnológico, el cosmopolitismo, la participación ciudadana, etc.


Ese protagonismo argumental asignado a la imaginación y la creatividad se corresponde con lo que está siendo la creciente desmaterialización de las fuentes de crecimiento económico, cada vez más envuelto de todo tipo de acompañamientos estéticos, informacionales, artísticos, semióticos, etc. Tampoco se oculta, al mismo tiempo, la manera como esa misma cultura, fetichizada y mistificada, no solo ha pasado a constituirse en parte de la infraestructura económica de las ciudades y en un incentivo para la inversión inmobiliaria o turística, sino que también se ha convertido en las últimas décadas en una auténtica religión de estado, con sus correspondientes dogmas y ceremoniales. 


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