dissabte, 4 de maig del 2019

Inventario urbano

La foto procede de bellvitgejose.blogspot.com.es
Billete publicado en El Periódico de Catalunya el 23 de julio de 1996 después de una explosión de propano en unos depósitos de combustible en el Polígono Pedrosa de l'Hospitalet de Llobregat.

INVENTARIO URBANO
Manuel Delgado

Toda ciudad necesita un paseo arbolado, bien surtido de cafés. También necesita parques, incluyendo viejos, niños y perros. Una ciudad exige pequeños talleres, tiendas de ultramarinos y cines. Ni que decir tiene que le son indispensables los museos y las parroquias, las cloacas y las bibliotecas, como mínimo un parque de atracciones y algunos mercados. No pueden faltar un barrio de mala reputación y un palacio. En fin, ya se sabe: monumentos, gasolineras, uno o incluso varios hospitales, campos de fútbol, farmacias, la vieja catedral, unos grandes almacenes, etcétera. A la ciudad le es fundamental que de vez en cuando se instale en ella un circo.

Cada mañana, el morador de la ciudad hace, sin saberlo, su recuento y comprueba que está la plaza con su surtidor en medio y el quiosco, y los balcones con macetas cada uno en su sitio. Y si en el inventario echa en falta cualquier cosa, el paseante se siente conmovido por un pequeño seísmo interior.

Si de pronto desapareciese su estanque principal o el vendedor de chucherías de la esquina dejara de acudir a su cita diaria, es posible que la ciudad dejara automáticamente de existir, como si el encanto que la mantenía viva se hubiera deshecho de golpe. En cambio, si alguien se llevara las refinerías petrolíferas, las industrias químicas o los depósitos de combustible –como  el de Repsol en l’Hospitalet- bien lejos, la ciudad no notaría cambio alguno. Es más, todo el mundo dormiría más tranquilo.


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