Cartel de "Rojo y negro" (Carlos Arévalo, 1942) |
Mensaje a los/as colegas del OACU a propósito de una portada de la revista anarcofascista La Peste Negra con una fotografía de Durruri. Enviado el 14/9/14
SOBRE LOS CONTACTOS ENTRE FALANGE Y CNT
Manuel Delgado
Efectivamente, la revista
La Peste Negra es una publicación vinculada a las Bases Autónomas un grupo anarcofascista
que funcionó a lo largo de los años 90 sobre todo. Eran nacionalistas españoles
y tenían un rollo como esotérico y pagano, pero asumían vindicaciones
ecologistas, de la izquierda -jornada de 35 horas- y libertarias, como las
propias de un anticlericalismo radical y el objetivo de la supresión de la
policía. A vosotros os podrán parecer extravagantes, pero yo he visto en los
años 70 pancartas donde se podía leer "Hitler y Mao unidos en la
lucha". El tema es muy interesante y remite a los vasos comunicantes que,
sobre todo en los años 20, existieron entre la extrema izquierda comunista o
anarquista y opciones que se presentaban como "terceristas", es decir
"ni de derechas, ni de izquierdas". Son corrientes importantes porque
están en la base izquierdista tanto del fascismo como del nazismo. En el primer
caso es lo que explica la adopción del negro como símbolos del Fascio italiano,
y en el segundo, que los nazis eligieran la bandera roja como la de su partido,
sobre todo a partir de la influencia en sus inicios de uno de sus componentes,
el Partido Nacional-Bolchevique.
En el caso español, la
cosa tuvo que ver con la definición como nacional-sindicalista de Falange y de
las JONS y sobre todo en el papel de una figura como la de Ramiro Ledesma
Ramos, el fundador de las JONS y el referente principal de Bases Autónomas, sin
duda uno de los intelectuales más interesantes de los años 20 Si queréis os
paso un libro suyo que tengo, Discurso a
las Juventudes de España, que es una soflama anticapitalista. En Cataluña tendríamos
un paralelo interesante en la figura de Juan Ramón Masoliver, creo que el
elemento más representativo del surrealismo aquí, sobre todo a través de la
revista que dirigía, Hélice.
Igual repito algo de la
que recupera Albert, porque son apuntes que tengo, pero el caso es las
conexiones entre Falange y CNT es un tema superestudiado. Que los falangistas
consideraban su vocación revolucionaria, sindicalista, obrerista y
anticapitalista es bien conocido. De ahí la camisa azul ladrillo, que evocaba el
mono de los trabajadores y la elección de los colores de su bandera, rojo y
negro, es decir los mismos que los de la de la CNT. Uno de los máximos
dirigentes falangista, Onésimo Redondo, murió en el frente de Madrid a los
primeros días de la guerra porque confundió un control de la CNT con uno de
Falange, por culpa justamente de la bandera. Fue esto lo que hizo que los mandos
del ejército franquista prohibieran la exhibición de banderas de Falange en el
frente. De hecho hace tiempo pasé
a la Reina una secuencia de "Rojo y negro", la mítica película
falangista por excelencia, dirigida por Carlos Arévalo en 1942, que fue
retirada inmediatamente de las carteleras por las autoridades franquistas.
Bueno, el caso es que
fueron los sectores más obreristas y revolucionarios y el propio José Antonio los
que procuraron un coqueteo con los sectores más moderados y sobre todo
anticomunistas de la CNT, un asunto también muy bien documentado, sobre todo en
lo que respecta en Barcelona. De hecho, uno de los elementos claves de Falange
en la ciudad fueron Los Macabeos, los hermanos Velázquez y Ferrer, que
provenían de la CNT. Estos intentos de aproximación se tradujeron en encuentros
con militantes anarcosindicalistas, algunos bien públicos y casi masivos -como
la cena con el propio José Antonio en un restaurante de la Plaça Reial de
varias decenas de cenetistas-, casi siempre preparados por el poeta falangista
Luys de Santa Marina, uno de los personajes más apasionantes y enigmáticos de
la cultura catalana de los años 30. Mirad lo que explica Felio A. Villarrubias
en El Ejército del 19 de julio en
Cataluña (Mare Nostrtum, 1990, p. 39): "... La falange de Barcelona,
en cumplimiento de Orden dictadas por José Antonio Primo de Rivera, había
conectado a través de Luys Santa Marina y de José Mª Poblador, con auténticos
sindicalistas de la CNT, preocupados esto por la politización de su movimiento
en exclusiva -entonces- base sindical... Los contactos fracasaron al final
porque la FAI ejercía un 'marcaje' muy intenso".
José Mª García de Tuñón
tiene un libro sobre este personaje fascinante, titulado José Antonio y Luys Santa Marina (Fundación Ramiro Ledesma, 1999). Allí,
en la página 19, explica: "El compromiso que Luys
tenía con la Falange le lleva también a tener contactos con los camaradas
falangistas que se ocupaban especialmente de cuestiones políticas, como era
el caso de José Mª Fontana con quien realiza algunas gestiones acerca de
miembros de la CNT por orden de José Antonio Primo de Rivera y que, con tanto
entusiasmo y esfuerzo, llevan a cabo, que, incluso suelen reunirse
a cenar en varias ocasiones con
un grupo de directivos anarcosindicalistas” . El mismo Fontana insiste en este
extremo: “José Antonio se interesaba muchísimo por
nuestros contactos con la CNT. En uno de sus viajes mantuvimos una
charla y celebramos una cena con un grupo de directivos” (Los catalanes en
la guerra de España, Acervo, 1977).
El problema fue en
esencia de tiempo. El estallido de la revolución truncó los contactos, como lo
reconoce el propio Diego Abad de Santillán, uno de los líderes históricos de la
CNT-FAI. En sus memorias dice: “Ya entrado el año 1935 nos
llegaron diversas incitaciones a un encuentro con José Antonio Primo de Rivera
para dialogar en torno a un posible entendimiento o acercamiento. Sus adeptos
de Barcelona me hacían llegar cartas, declaraciones, material impreso para que
me formase una idea de la doctrina del movimiento inicial. Pero opté por
rechazar ese diálogo, que por muchas razones no habría ido tal vez muy lejos, y
porque era ya tarde para influir de algún modo por ese medio en los
acontecimientos que veíamos aproximarse. Pero la verdad es que hasta allí no
había habido de parte de los gestores de ese movimiento ninguna expresión de
hostilidad contra nosotros, ni de nuestras filas había surgido ninguna
manifestación que impidiese el diálogo” (Diego Abad de Santillán. Memorias,
Planeta, 1977; págs. 217 i 220).
De todos modos, la
convicción de los falangistas que era posible atraer a sus filas a una parte de
los anarcosindicalistas -de que sólo les separaría presuntamente lo que
llamaríamos el "factor nacional" - continuó incluso durante la
guerra. Hace tiempo me compré en una librería de segunda mano las memorias de
Manuel Hedilla -quizá el elemento más representativo de la tendencia social de
Falange y el referente del falangismo antifranquista posteriormente, dictadas
poco antes de morir a Maximiano Guerrero y publicadas con el título de Testimonio de Manuel Hedilla
(Patrimonio, 1972), en el que relata su labor como quintacolumnista en
Barcelona. En la página 83 se puede leer: “Yo estaba
encargado, entre otras tareas, de ir creando células de oposición
nacional-sindicalista dentro de la CNT -las que proliferaron durante la guerra-
y de incorporar a la Falange a los anarcosindicalistas enfurecidos contra la
República y dispuestos a nacionalizar ".
Las referencias a los
contactos entre CNT y Falange son numerosas y accesibles; encontraréis un
montón en la red. Por ejemplo, miraros el artículo "José Antonio y su obra
política en Cataluña", de Francisco Caballero Leonarte, que lo tienes en
pdf (fundacionjoseantonio.es/doc/JA_en_cataluna.pdf). Stanley G. Payne habla
del tema en su libro Falange. A History of Spanish Fascism. (Stanford University Press, 1961; en las
páginas 84, 98 y 280). Es más, hay un
libro esclarecedor sobre el tema: el de Joan M. Thomas, Falange, guerra civil, franquisme.
FET y de las JONS de Barcelona als primers anys del regim franquista (Publicaciones
de la Abadía de Montserrat). Este hombre es un contemporaneísta de la Rovira i
Virgili y toda su obra está muy bien e ilustra, entre otros, este asunto de
ahora. por ejemplo: Feixistes! Viatge a
l'interior del falangisme català (L'Esfera del LLibres, 2009).
Tras la victoria de
Franco se continuaron produciendo contactos entre anarcosindicalistas y
Falange. Hay muchísimas referencias al tema en el libro de Ángel Herrerín, La CNT durante el franquismo (Siglo XXI,
2004, sobre todo de la página 25 en adelante). Allí habla de cómo tanto los
falangistas frustrados por la «revolución traicionada» como los dirigentes del
sindicato vertical franquista intentaron un acercamiento con los cenetistas,
tanto del exterior como del interior. A veces la jugada les salió bien, como la
que protagonizaron personajes como Eliso Melis, que consiguió incluso tener
controlada la organización interna de la CNT en Cataluña, de la que Melis fue
llamado secretario general en 1942, hasta que el mismo sindicato lo ejecutó al
descubrirse su doble juego. Ricard Fornells y algunos extrentistas más
consiguieron liberar los campos de concentración franceses a un buen número de
anarquistas, justo para que se incorporaran al sindicato fascista. Juan M.
Molina, secretario general de la CNT en sus memorias habla de 300 militantes
que aceptaron la propuesta (El movimiento
clandestino en España, desde 1939 hasta 1977, Editores Mexicanos Unidos,
1977, p. 270). Otros se resistieron y pagaron con la vida su opción. Es el caso
de José Villaverde o el más conocido de Joan Peiró, a los que fusilaron al
negarse a aceptar los cargos que les ofrecían en la CNS franquista. Pero es
significativo que se les considerara susceptibles de integrarse en el
sindicalismo falangista, como dice Herrerín, por "sus afinidades" (p.
26).
Luego fueron los
"cincopuntistes", los contactos entre junio y julio de 1965 por
miembros de la CNT del interior, a título individual, y representantes del
sindicato franquista, la CNS. En noviembre de ese mismo año la prensa
franquista difundía el contenido de estos acuerdos y 1966 destacados miembros
de la CNT participaban en las elecciones sindicales. El Herrerín habla del tema
y de cómo la maniobra quería evitar el auge de CCOO en la clase obrera (mirad
las páginas 245-247). Entre los cincopuntistas estaban Lorenzo Íñigo, Francisco
Royano, Saturnino Carot, Sebastián Calvo y posteriormente Enrique Marco Nadal.
Huelga decir que el acuerdo fue denunciado por la CNT en el exilio, pero
informa que siempre existió la convicción de que había un nexo entre
anarcosindicalistas y nacionalsindicalista, unidos no sólo en su ideario
sindicalista, sino en su furioso anticomunismo. Este episodio implicó la
disolución de lo que quedaba de la CNT clandestina, una parte de la cual se
integró a la CNS y el resto simplemente desapareció hasta la muerte de Franco,
lo que explica que a finales del franquismo el anarcosindicalismo no tuviera
prácticamente ninguna presencia. Dejadme
que insista en ese punto: lo que realmente dejó a la CNT descolocada fue el
contexto de la guerra fría, en el que su anticomunismo feroz le jugó la mala
pasada de dejarla en un territorio de nadie. Un día os explicaré el papel de la
CNT, sobre todo de la mano de las unidades que dirigía Cipriano Mera, en el
golpe del general Casado y la rendición de Madrid en 1939 y la entrega de miles
de comunistas a los franquistas.
Un resurgimiento de esa conexión durante la "transición", sobre todo de la mano de Falange Auténtica, los herederos del hedillismo, que reclamaron la unidad de acción con la CNT justamente a partir de esta tendencia sindicalista revolucionaria de FE y de las JONS que se supone que el franquismo había traicionado y corrompido. Tras su III congreso en Zaragoza en 1979, una buena parte de falangistas de Falange Auténtica se pasan en bloque a la CNT. La aparición de los nacional-revolucionarios de Bases Autónomas, lo de la revista que nos mandaba Jofre, sería la resurrección del anarcofascismo, es decir la vindicación fascista de ciertos aspectos de la teoría y la tradición histórica libertarias.