dilluns, 8 d’octubre del 2012

Palabras para mi amigo, camarada y creo que exalumno José Luis Carol en el día de su 40 cumpleaños (julio 2012)


Amigo José Luis:
No te creas que te haces mayor. Es sólo una apariencia a la que el cuerpo tiende a darle confirmación. Pero, dejando de lado esa complicidad de los organismos, la parte invisible de cada cual –en la que residen las convicciones y las intensidades– puede conocer dinámicas extrañas, como aquellas que de pronto te hacen descubrir lo que de indignante y vergonzoso hay en lo que te rodea. Es entonces cuando el tiempo –tu tiempo- puede darse la vuelta como un guante y convertirte, poco a poco o de golpe, en joven, vigoroso e impaciente. 
Ese seguro que es tu caso, como lo es el mío y el de otros y otras, que se escandalizan ante lo que pasa y entienden que no nos es dado envejecer, porque sólo envejecemos cuando nos cansamos de gritar y agitarnos, cuando nos descubrimos cobardes –aunque digamos “cansados”–, cuando callamos, cuando dejamos de ser coherentes no con nosotros mismos –¿a quién se le habrá ocurrido una expresión tan estúpida?–, sino con los demás.
O sea que, José Luis, adelante, continúa haciéndote joven. ¡Pronto habrás rejuvenecido lo suficiente para que te dejemos ser uno de los nuestros, para que te dejemos ser un iaioflauta!
Un abrazo de quien un día fue tu profesor de antropologia religiosa y ahora sólo puede ser tu camarada y amigo.

[La fotografía corresponde a la “visita turística” que José Luis y yo guiamos por los aspectos más ingratos del "modelo Barcelona" para los partipantes en el IX Congreso de Antropología, celebrado en Barcelona en septiembre de 2002]





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