La imagen es un fotograma del videclip de El Prieto “Petare Barrio de Pakistán”, youtube.com/watch?v=LX1MrCU-JMQ, que me parece especialmente ilustrativo del tema que aborda Nuria. |
Nota para Nuria Cardoso, doctoranda
EL PELIGRO IDEALISTA EN LA INVESTIGACIÓN
Manuel Delgado
He leído tu proyecto. Espléndido. Está muy bien. Va a ser una excelente tesis, ya verás. De todos modos, déjame advertirte de una cosa importante: has de establecer de manera clara cuál es tu objeto: o las representaciones o los productores de representaciones; o la programación de la cadena que estudia o sus programadores. Como sea que, como tu responsable académico y con todo el amor del mundo, te voy a prohibir que sea lo primero, no te queda más remedio que asumir que tu asunto va a ser, en efecto, los productores y los programadores, es decir no los “imaginarios” –un concepto respecto del cual no hace sino crecer mi antipatía y mi desconfianza–, sino quienes los imaginan o, mejor dicho, quienes dicen imaginarlos para que nos imaginemos que se los imaginan.
Recuerda: la pregunta en antropología no es “sobre qué es”
una investigación, sino “sobre quién”. Por tanto, vamos a trabajar conformando
un modelo etnográfico constituido por la gente que trabaja en esa televisión, tanto
los jóvenes como los técnicos y asesores que están involucrados en el proyecto.
Eso implica que, de entrada, hay que averiguar, una vez establezcamos, por así
decirlo, el “cuadro de actores”, quiénes son, de dónde salen, algo sobre su
biografía, algo de su familia y de su entorno social en el barrio o donde
vivan, su origen de clase, qué hacen además de colaborar en el proyecto. Hay
que saber quiénes son. No podemos
considerarlos como si entrarán y salieran de la emisora procedentes de un limbo
sin marcas. Hemos de señalar no sólo lo que ellos quieren ser, creen ser o
quieren que creas que son, sino quiénes
son, entendiendo ese “quiénes son”
como el lugar preciso que ocupan en el organigrama social del que proceden y
cuya marcas llevan consigo, en su cuerpo, allá donde van y hagan lo que hagan.
Estoy releyendo a Wacquant este verano y creo que hay muchas
cosas que cuenta en relación con los guetos norteamericanos como máquinas de
relegación social, que se podrían aplicar perfectamente al caso venezolano. No
todas, porque justamente una de las virtudes de Wacquant es la de advertir del
peligro de generalizar una teoría sobre el gueto que fuera aplicable para los
barrios negros estadounidenses y las banlieues francesas, pero sí que hay cosas
que podrías aprender acerca de la segregación espacial tal y como Wacquant la
plantea. Por otro lado, ya sé que tu asunto no son ni las culturas juveniles en
sí, ni el barrio en sí, pero ese aspecto es el eje contextual que debes
demostrar que conoces bien y que enmarca tu investigación. Procura leerte, así
que puedas, los textos fundamentales para el tema de Loïc Wacquant: Las cárceles de la miseria (Manantial); Los condenados de la ciudad (Siglo XXI)
y Castigar a los pobres (Gedisa).
Citas a Bourdieu en la bibliografía. Sácale más provecho. Hay
todo asunto que me parece especialmente interesante, que es el del contraste
–la guerra casi– entre la concepción de la cultura popular y la cultura juvenil
de los profesionales de clase media que colaboran con el proyecto por razones
más o menos de afinidad ideológica –como tú; por cierto– y los propios jóvenes.
Ahí te vendría muy bien recurrir a las herramientas teóricas de Bourdieu en lo
que hace a las maneras de nominar, clasificar, describir, tipificar,
codificar…, toda las estrategias simbólicas mediante las cuales los diferentes
actores sociales intentan imponer su visión sobre el mundo y sus
compartimentaciones, y como son ciertos sectores quienes pueden ejercer la
legítima violencia simbólica que les permite imponer el “sentido común”
finalmente aceptado como “natural”. Se me antoja interesantísimo cómo estos
voluntariosos y solidarios activistas de clase media os preocupáis en hablar
por ellos y atreveros a ofrecer “explicaciones” e incluso “alternativas” a su
demérito y su postración sociales.
¿Sabes?. Me viene a la cabeza una secuencia de “Los viajes
de Sullivan”, la magistral comedia de Preston Sturges (1942), en la que cuando
el prestigioso director de cine anuncia su intención de disfrazarse de
pordiosero para conocer y dar a conocer las penalidades de las víctimas de la
Gran Depresión, recibe una lúcida consideración de su mayordomo: “No se olvide,
señor, que la vida de los pobres sólo le interesa a los ricos; los pobres la
conocen bien”. Pero también como los desfavorecidos –los jóvenes en tu caso– también
se las apañan por devenir agentes activos, en condiciones de desplegar astucias
y estrategias que les permiten procurarse su propio sistema de representación. Repasa
Bourdieu y verás que te provee de un montón de soportes teóricos eficaces. Empieza
por Sociología y cultura (Grijalbo).
Ah, y no puedes prescindir del clásico de James Scott, Los dominados y el arte de la resistencia (FCE).
Si relees el proyecto, verás que está claro que asumes como
tu objeto establecer “los valores, patrones de codificación y procesos
cognitivos aprendidos por el realizador y, por tanto, en interrelación con su
contexto cultural”. Como ves, el entorno social y los condicionantes
estructurantes no aparecen en tu horizonte. Y no lo entiendo, porque tu
película “Fuegos bajo el agua” es la que te marca el camino. En ella no hay
“procesos cognitivos”, ni “patrones de codificación”. Allí lo que hay es
barrio, lucha, estructura social, historia… Es como si la persona que hizo esa
película –que me parece del todo genial– y la que proyecta esta tesis no fueran
la misma.
¿Lo ves? Tu objetivo no puede ser “describir valores”, sino
describir y escrutar relaciones sociales. De igual modo cuando te remites a
Fraser sí que aciertas, al recordar que en tu análisis no vas a descuidar las
“preguntas por las estrategias materiales” que adoptan las personas de las que
hablas. Ese es el asunto. Pero, en el párrafo siguiente, vuelves a prometer una
indagación sobre “representaciones, concepciones, moralidades o imaginarios que
impulsaron la creación del proyecto y su reproducción”. Pero, ¿estás segura de
que fueron representaciones, concepciones, moralidades…, las que impulsaron el
proyecto, o todo eso no fueron sino racionalizaciones que a posteriori
legitimaron una iniciativa cuyas raíces se hunden no en ideales e imaginarios,
sino en intereses cuya naturaleza debes poner de manifiesto a través de tu
trabajo de investigación? Pensar que las personas se movilizan y actúan guiadas
por valores abstractos, ideales o incluso ideologías es justo lo que Marx
denunció como el principal y más imperdonable defecto de la “ideología
alemana”, es decir del idealismo contra el que el aparato teórico del
materialismo histórico se levantó en su día. Recuerda: explicar de la tierra a
la cielo, no del cielo a la tierra. No son las concepciones ni las moralidades
las que orientan lo que hacemos, sino el lugar que cada cual ocupa o quisiera
ocupar en una determinada estructura social.
Hay
dos evidencias en tu proyecto que advierten de sus puntos débiles. La primera
es la confianza que depositas en el trabajo de Elijah Anderson, Code of the Streets, que es un ejemplo
de ese idealismo moralizante que caracteriza una cierta etnografía urbana
norteamericana. Mientras el papel como referente que le asignas a Philippe
Bourgois y su In Search of Respect (Cambridge
University Press) está más que justificado, no se puede decir lo mismo del
libro de Anderson. Repásatelo y verás que todo él está marcado por ese
idealismo del que te invito a huir, con ese
papel central atribuido a los “códigos” o los “juicios valorativos” que
organizan la respuesta de los jóvenes a las condiciones del gueto, pero que eluden toda referencia al marco
socioestructural macro del que se derivan los fenómenos de exclusión social y
segregación espacial de que son víctimas los jóvenes del gueto negro de
Filadelfia. Sin comentarios acerca de la insistencia en hablar de la “decencia”
y de las “familias decentes” del barrio de Filadelfía en que Anderson
desarrolla su investigación. Por favor, léete la feroz crítica que hace Loïc
Wacquant al libro de Anderson. Apareció dentro de un artículo muy amplio “Scrutinizing
the Street: Poverty, Morality, and the Pitfalls of Urban Ethnography”, dedicado
a poner un poco a parir a varios referentes de esa nueva etnografía urbana. Es
el volumen 107/6 (mayo 2002). Te lo
adjunto en un pdf. Me consta que Gedisa está preparando un libro con ese
material traducido al castellano, que incluirá la respuesta de los sociólogos
americanos criticados, es decir Anderson, más Dumeier y Collins. Te adjunto también unas notas de Glenn C. Loury
sobre esa cuestión –la crítica de Wacquant a Anderson– que he encontrado por
ahí. Son un excelente resumen de los errores que tú tienes que evitar.