Claudi Esteva Fabregat, en una imagen de 2013 |
Reseña de El estigma del extraño. Un ensayo antropológico sobre sectas religiosas. JOAN PRAT. Ariel, Barcelona, 1997, 222 páginas, y de Ensayos de antropología cultural. Homenaje a Claudio Esteva-Fabregat. VARIOS AUTORES. Ariel, Barcelona, 1997. 428 páginas, publicada en El País, el 11 d'octubre de 1993.
DE
SECTAS Y DE MAESTROS
Manuel Delgado Ruiz
La antropología vive en España una curiosa paradoja. Por una lado
son cada vez más los ámbitos desde los que se la convoca para que se pronuncie
sobre todo tipo de cuestiones. Al mismo tiempo, nunca había sido tan desolador el paisaje editorial por lo que a
literatura antropológica se refiere. Las colecciones especializadas de
Anagrama, Eudema, Mitre o Júcar han desaparecido, mientras que Siglo XXI, Taurus o Alianza no se deciden a
reeditar sus fondos, constituidos en gran medida por clásicos indispensables. Sólo
Paidós, Muchnik, Anthropos y Gedisa procuran de vez en cuando algún material. Es
en este contexto que hay que aplaudir la espléndida línea que ha abierto Ariel,
la única editorial, junto a Icaria, que consagra un espacio propio a la antropología.
Inaugurada con una pieza básica (Clasificaciones
primitivas, de Durkheim), Ariel Antropología incorpora varias muestras de
la mejor antropología de tema hispánico actual : María Cátedra, José L.
García, Luque Baena, William A. Christian, Sanmartín, etc. De todo este excelente
utillaje pueden destacarse dos ejemplos,
seleccionables no tanto por una calidad que comparten con el resto como por su remarcable
pertinencia.
Tenemos en primer lugar El estigma del extraño, de Joan Prat, uno de nuestros mejores especialistas en antropología de la religión. El tema que aborda es el de aquéllo que la imaginación mediática llama las sectas destructivas, confesiones religiosas a las que su naturaleza minoritaria y a veces chocante ha venido a colocar en ese lugar que en otras épocas ocuparon gnósticos, brujas, judíos, protestantes, masones, comunistas e incluso, en ciertos momentos históricos, los propios católicos : el centro de unos mecanismos de estigmatización que no han hecho sino ir cambiando constantemente de objeto, sin modificar para nada su objetivo : señalar un grupo, real o inventado, como intrínsecamente culpable de las desgracias que afectan o podrían afectar a la sociedad. Tras de estos dispositivos de marcaje, ejercidos desde la mayoría social o/y desde el Estado, se agita la idea de que la expulsión, desactivación o eliminación física de esa minoría a la que se atribuye una actividad conspirativa maligna liberará al conjunto social de algún mal que la afecta.La obra se despliega en varios bloques, cada uno de los cuales tiene una pretensión específica. El tema central es, sin duda, el de la construcción tanto social como política, tanto popular como “especializada”, del estigmatizado. Es decir, se trata de seguir cómo es que, en la actualidad y a lo largo de la historia, se constituye un objeto de marcaje, a partir de la convicción de que un determinado grupo o individuo no merecen el derecho a tener unas creencias y ejecutar unas prácticas religiosas consideradas abominables. Esa deslegitimización es indesligable de una percepción de los señalados como inaceptablemente desviados y peligrosos para las instituciones culturales fundamentales, al tiempo que suele desencadenar un proceso de encapsulamiento y fanatización del propio grupo asediado.
Tenemos en primer lugar El estigma del extraño, de Joan Prat, uno de nuestros mejores especialistas en antropología de la religión. El tema que aborda es el de aquéllo que la imaginación mediática llama las sectas destructivas, confesiones religiosas a las que su naturaleza minoritaria y a veces chocante ha venido a colocar en ese lugar que en otras épocas ocuparon gnósticos, brujas, judíos, protestantes, masones, comunistas e incluso, en ciertos momentos históricos, los propios católicos : el centro de unos mecanismos de estigmatización que no han hecho sino ir cambiando constantemente de objeto, sin modificar para nada su objetivo : señalar un grupo, real o inventado, como intrínsecamente culpable de las desgracias que afectan o podrían afectar a la sociedad. Tras de estos dispositivos de marcaje, ejercidos desde la mayoría social o/y desde el Estado, se agita la idea de que la expulsión, desactivación o eliminación física de esa minoría a la que se atribuye una actividad conspirativa maligna liberará al conjunto social de algún mal que la afecta.La obra se despliega en varios bloques, cada uno de los cuales tiene una pretensión específica. El tema central es, sin duda, el de la construcción tanto social como política, tanto popular como “especializada”, del estigmatizado. Es decir, se trata de seguir cómo es que, en la actualidad y a lo largo de la historia, se constituye un objeto de marcaje, a partir de la convicción de que un determinado grupo o individuo no merecen el derecho a tener unas creencias y ejecutar unas prácticas religiosas consideradas abominables. Esa deslegitimización es indesligable de una percepción de los señalados como inaceptablemente desviados y peligrosos para las instituciones culturales fundamentales, al tiempo que suele desencadenar un proceso de encapsulamiento y fanatización del propio grupo asediado.
Al lado de este asunto principal, El enigma del extraño incluye dos aportaciones de orden general, que bien podrían funcionar a la manera de guías para el estudio de las denominaciones religiosas minoritarias actuales. Una es de tipo teórico y resulta de una exhaustiva indagación a través de prácticamente toda la bibliografía disponible acerca del tema. La opción adoptada por Prat acaba privilegiando para el análisis las nociones de communitas y liminalidad, adoptadas de Victor Turner (en concreto de El proceso ritual, uno de los clásicos desaparecidos del mercado y no repuesto por Taurus), así como el modelo causal de explicación que Lofland y Stark aplicaron a los procesos de conversión. La otra contribución tiene que ver con cómo pueden aplicarse de los métodos cualitativos (trabajo de campo, observación participante, historias de vida) al estudio de las sectas. Por último, cabe subrayar el capítulo dedicado a relatar la experiencia etnográfica del propio autor en el seno de la comunidad Hare-Krisna en España.
El otro libro de Ariel Antropología sobre el que conviene llamar la atención es el que recoge una colección de trabajos en honor de Claudio Esteva-Fabregat, sin duda una de las personas a las que más le debe la antropología académica española. Formado en el exilio mexicano en la escuela de Cultura y Personalidad, reciente premio Malinowski, fundador del primer Departamento de Antropología del Estado español -el de Barcelona, en 1972-, Claudio Esteva ha sido maestro e inductor de un buen número de los profesionales que ejercen el oficio de antropólogo en la actualidad.
Son ellos, pero también otros, los que han alimentado este volumen, en el que el lector puede acceder a una visión en panorámica de esas tres generaciones de estudiosos de la cultura que reconocerían el ascendente personal e intelectual del homenajeado : los cofundadores (Alcina, Lisón, Valdés...); la primera hornada de discípulos (Frigolé, Buxó, Contreras, Comellas...); los recién llegados (Roca, Mabel Gracia, Angel Martínez, Colobrans), hasta un total de 45 autores, algunos de los cuales hacen su contribución desde la linguística (Serrano) o la biología (Bertranpetit). Por otra parte, en la medida en que los artículos se despliegan a la manera de una introducción a los métodos y las especialidades que cultiva la disciplina (ecología, política, religión, alimentación, educación, familia, etc.), la obra puede pasar también como una buena presentación de lo que la antropología puede ofrecer en orden a interpretar el presente.
Pero, ante todo, estos Ensayos de antropología cultural han de
ser reconocidos como lo que quieren ser : un testimonio de gratitud a alguien
que ha dedicado toda su vida a excitar en quienes le conocieron y le conocen la
pasión por lo humano.