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Nota para Elvia Torres, estudiante de diseño de la UNAM, enviada en mayo de 2017
DIFERENCIA ENTRE "MARCA" Y "MODELO" DE CIUDAD
Manuel Delgado
Te mando algunas cosas que
te pueden servir para empezar a trabajar con la bibliografía. Tienen que ver
con lo que se denomina márquetin urbano, que es un concepto del que al primero
que le leí empleándolo fue a Michel Wierioka, en “Le marketing urbain”, publicado
en Espaces et sociétés, 16 (noviembre
1975), pp. 109-123. Creo que es suya la noción, porque no la he visto aludida
en nada anterior.
Lo importante para entender el valor del concepto "marca" es que
está asociado a lo que David
Harvey ha
llamado la urbanización del capitalismo, la manera cómo las grandes dinámicas
de mutación urbana son gestadas y gestionadas desde la lógica neoliberal, es
decir a partir de los principios de un capitalismo que le exige al Estado la
reducción al máximo a su papel de arbitraje económico y atención pública, pero
que le asigna un papel clave como su cooperador institucional, tanto por lo que
hace a la represión de sus enemigos —reales o imaginados— y la contención
asistencial de la miseria, como a la producción simbólica y de efectos
especiales al servicio del buen funcionamiento de los mercados. De tal alianza
entre penetración capitalista y políticas públicas resulta una transformación
de la fisonomía tanto humana como morfológica de muchas ciudades, consistente
en favorecer la revitalización como espacios-negocio de barrios céntricos o
periféricos que fueron populares, o de antiguas zonas industriales o portuarias
ahora abandonadas, que se recalifican como residenciales "de
categoría" o se colocan al servicio de las nuevas industrias tecnológicas
y cognitivas. Esos macroprocesos de transformación urbana suponen consecuencias
sociales que se resumen en una ley que raras veces no se cumple: rehabilitar un
barrio es inhabilitar a quienes fueron sus vecinos para continuar viviendo en
él. O, dicho de otro modo: reformar es expulsar.
Ahora bien, todo ello ha
de ser acompañado de actuaciones que invocan altisonantes principios abstractos,
irrevocables y universales, entre los cuales destaca el de la cultura,
entendida como una instancia en cierto modo sobrehumana y con capacidades casi
salvíficas s0bre quienes entran en contacto con ella. Es importante que al
resultado de las intervenciones que se presentan como regeneradoras del tejido
urbano quepa asignarles el atributo de creativas,
dando a entender que han ido acompañadas de la radicación de industrias e
instituciones en condiciones de proveer de bienes y servicios inmateriales. Objetivo: que las ciudades merezcan,
por ejemplo, el título de smart cities,
"ciudades inteligentes", para lo cual es preciso convertirlas en nicho
de instituciones culturales de renombre y escenario para grandes eventos
igualmente culturales, componentes clave para hacer de ellas núcleos
hiperactivos de producción de imágenes y significados, que colocan el dinamismo
intelectual, si es menester rupturista, al servicio de ideales universales,
como son el capital humano, la sostenibilidad ambiental, el multiculturalismo, la
calidad de vida, el humanismo tecnológico, el cosmopolitismo, la participación
ciudadana, etc.
Ese protagonismo
argumental asignado a la imaginación y la creatividad se corresponde con lo que
está siendo la creciente desmaterialización de las fuentes de crecimiento
económico, cada vez más envuelto de todo tipo de acompañamientos estéticos,
informacionales, artísticos, semióticos, etc.
Pero para mí lo más
interesante es la distinción entre "modelo" y "marca", y el
ejemplo lo tienes en Barcelona y en el actual gobierno municipal de Ada Colau y Barcelona en Comú, que se presentó como
alternativa a un gobierno de derechas que había promocionado Barcelona como
"marca de ciudad". Me refiero al gobierno de Xavier Trias, mandando
en la ciudad durante los últimos cuatro años (2011-2015). Lo interesante, digo,
es que lo que ha hecho el nuevo gobierno de izquierdas actual es reclamarse heredero
de esa época dorada del “auténtico modelo Barcelona” que la “marca Barcelona”
había hecho malograr, puesto que el “modelo” era sobre todo un modelo moral y
cívico, mientras que la "marca" implicaba una simple imagen de
promoción de Barcelona como macroproducto de consumo. Esa asunción se planteó
enseguida en forma de una declaración de lealtad histórica cuando, en marzo de
2015, dos meses antes de su victoria, proclamaba que Pasqual Maragall había
sido el “mejor alcalde que había tenido Barcelona” (El Periódico, 23/3/2015). A partir de ahí, todo fueron elogios de
la alcaldesa a quien calificaba de “visionario” y a la etapa que él presidiera
no solo por parte suya, sino de su equipo, como cuando la teniente de alcalde de
urbanismo, Janet Sanz, hacia
el elogio del magnífico momento basado en el "consenso politico y
profesional que conoció Barcelona en la década de los 80 y 90" (El País, 20/10/2015).