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Comentario para Julia Storchak, estudiante del Grado de Antropologia Social de la UB, enviado en marzo de 2016.
ELOGIO DE LAS FRONTERAS
Manuel Delgado
Toma la bibliografía del punto del programa sobre los ritos
de paso, especialmente el texto de Victor Turner, "Entre lo uno y lo
otro". Luego escoge una película que te parezca indicada y analízala
como si fuera un rito de paso. Te sugiero una película del oeste o cualquier otra que
plantee el tema de la frontera y que pienses en ella en termino de limen u
umbral.
Tú piensa como la frontera ha fascinado justamente por la
condición indeterminada que la caracteriza. Nuestro sistema de representación
nos ha deparado una abundante muestra de ejemplos literarios o cinematográficos
que hablan de las cosas que tienen lugar en los espacios fronterizos y ha
concedido un poderoso valor simbólico a sus personajes. Las diferentes
disciplinas interesadas por la dimensión espacial de la condición humana han
hecho también, de la frontera, un tema de reflexión. Huelga decir que una
ciencia especializada en el conocimiento del espacio como la geografía ha hecho
de la noción de frontera uno de los centros de su disciplina. Para los
geógrafos, la frontera ha podido ser entendida como una parte fundamental de la
codificación de los territorios, como marcas de inflexión o en disputa entre
regiones mutuamente ajenas, a menudo incluso hostiles. Cuando el referente ha
sido el de la etología animal, se ha enfatizado más todavía esta naturaleza
inevitablemente conflictiva de la frontera, como el perímetro que debe ser
defendido a toda costa de la intromisión de los extraños.
Al mismo tiempo, los
teóricos del espacio no han dejado de identificar la frontera o el límite con
los borderlands o territorios no territorializados, fallas neutras o de
sobreposición inestable entre territorios, zonas que son al mismo tiempo
rigurosamente vigiladas, al tiempo que también escenario de un constante
trasiego de intercambios y interpenetraciones, espacios escrutados, aunque
continuamente vulnerados, violados, transgredidos. Hablamos de la frontera como
zona de separación, es cierto, pero, también de la comunicación, pasillo en que
lo compartimentado se transforma en compartido.
A partir de esta matriz topográfica, la analogía de la
frontera ha servido para recordarnos que cualquier segmentación o segregación
que pueda establecerse con relación a la ordenación de la realidad, cualquier
clasificación o conceptualización, no digamos si es dualista -como en el caso
de la que separa normal de anormal, pero también sagrado / profano, divino /
humano, bien / mal, visible / invisible, conocido / desconocido ..., o
cualquier otra que puedan imaginarse nosotros debe plantear como nodal el tema
de la frontera que separa a la vez que une las casillas que la parrilla que
propone.
Allí donde queramos reconocer o implantar una diferencia deberemos
imponer unos límites, y estos límites inevitablemente también deberán prever la
existencia de espacios de intervalo o de indefinición, tierras de nadie que
serán siempre vistas como esferas al mismo tiempo de ambivalencia moral, de
peligros espirituales o físicos, pero también de creatividad y germinación de
todo cambio. Este espacio intermedio es espacio puro, en el sentido de que es
espacio no territorializado, no formalizado, espacio que sólo puede pensarse
como deshabitado y inhabitable, en la medida en que nadie puede estar allí sino
de paso, a menos que quiera convertirse un ser medio-medio, a la
intemperie estructural, un ocupante fijado en un rango espacial que no está
concebido más que en términos de travesía posible o imposible: o no se puede
pasar en absoluto; o no se puede pasar si no es a costa de quedar expuesto a
graves riesgos, a la manera de una frontera cerrada, una pared, un muro infranqueable; o bien que sólo existe para ser traspasado, como
sucede con los modelos que Simmel reconocia en la puerta y el
puente.
Te recomiendo, además
de la literatura específica del programa sobre los umbrales rituales, que leas
el libro de Eugenio Trías Lógica del límite (Taurus, 1984), donde habla del liminateus, ser fronterizo por
excelencia, nómada por entre todas las franjas, que tiene motivos para
reclamarse de ninguna parte como el requisito que hace de él un personaje
constitutivo de todos los lugares.
Para la etnología, la idea de frontera es importante. Es decir, toda división del universo social en comarcas
pretendidamente claras sólo es posible a costa de generar territorios ambiguos,
caracterizados por la indefinición de aquel y de lo que pasa. Busca al respecto
Frontera i perill (Edicions 62), que
es una obra conjunta de Eugenio Trías, Xavier Rubert de Ventós y Miguel Morey.
La condición ambigua de aquellos que se encuentran en una
situación liminar, las dificultades o la imposibilidad de clasificarlos con
claridad dado que los transeúntes rituales, como he explicado en clase, no son
nada, pura posibilidad, seres a medio camino entre lugares sociales. Eso es lo
que hace que se les perciba con mucha frecuencia como fuentes de inquietud y de
peligro. Entonces, resulta previsible
que se le apliquen todos aquellos mecanismos sociales que protegen una
comunidad estructurada contra la contradicción, ya que encarna a un personaje
conceptual, la característica principal es su fronteritad, su naturaleza de lo
que Alfred Schutz había llamado ser-frontera , un límite de carne y hueso.