Piromusical de la Mercè 2012. La foto és de Oriol Morte |
Mensaje para Claudio Menéndez, doctorando, enviado en julio de 2014
BARCELONA, CAPITAL INTERNACIONAL DEL NEOBARROCO
Manuel Delgado
Pues eso, que Barcelona se convirtió en un cierto momento en una verdadera
capital mundial del neobarroco, con la recuperación de aquel estilo,
caracterizado por su condición socialmente estéril, que a lo largo de los
siglos XVII y XVIII tan propenso resultó a cultivar en arquitectura los efectos
realistas y teatrales, para los que el uso funcional de los materiales debía
ser sacrificado a las exigencias de la apariencia y donde la ostentación y la
aparatosidad festivas merecían un lugar entre las formas de sociabilidad
inspiradas desde las instancias del poder político. Siempre me acordaré de la
impresión que me causó asistir por primera vez al Piromusical de la Mercè. Ante
el espectáculo de los varios cientos de miles de ciudadanos boquiabiertos que
se reunen para contemplar aquella gran exhibición pirotécnica que montaba el
Ayuntamiento te prometo que sentía que me encontraba ante una reedición de
aquella grandilocuencia vacía y laudatoria de los fuegos artificiales en las
fiestas políticas barrocas.
Tu coge un libro como el de Bonet Correa, Fiesta,
poder y arquitectura (Akal) y verás como no harás sino encontrar ejemplos
de esa restauración generalizada de la o las crónicas de la pomposidad escénica barroca en honor del poder
político –«bambalinas teatrales», «decoración ficticia», «máquinas
escenográficas», «ornamentos móviles y provisionales», etc.
Aquí, como seguro que has visto, estamos en happening permanente, lo que se me antoja un total triunfo de la
pomposidad rococó. Cierto es que el frenesí escenográfico que supusieron los
fastos olímpicos de 1992 fue el momento culminante de un auténtico delirio
festivalizador de la temporalidad urbana, pero existirían desde entonces una infinidad
de ejemplos menores no menos significativos de usufructo y patrocinio políticos
de resortes festivos, es decir de esos grandes o pequeños templos hechos de
tiempo que hacen sentirse como una misma cosa a quienes en ellos se reunen. Ahora
me viene a la cabeza el caso del corre-foc de la Mercè de Barcelona, inventado en 1979 por los auténticos
ingenieros de fiestas del Ayuntamiento y que se ha acabado generalizado por
toda Cataluña como una de las más genuinas expresiones de "cultura popular
y tradicional" del país.