dilluns, 7 de novembre del 2022

A propósito del pensamiento alternativo oficial del ciudadanismo de izquierda


Comentario enviado a la gente del Observatori d'Antropologia del Conflicte Urbà, el 7 de noviembre de 2022.

A propósito del pensamiento alternativo oficial del ciudadanismo de izquierda
Manuel DelgadoB

El otro día os mandé una cosa sobre Judith Butler y luego me di cuenta de que podía haber incurrido en un malentendido. Yo no criticaba las posiciones políticas y teóricas de Butler, que creo que ni siquiera acabo de entender. Yo solo criticaba el espectáculo de la intelectualidad-estrella de la que creo que forma parte.

A mi entender, Butler formaría parte del repertorio ideológico de lo que Jean-Pierre Garnier nos enseñó a llamar ciudadanismo. El ciudadanismo es, para mí, eso: puro osurantismo doctrinal que no conforma nada parecido a una auténtica ideología en tanto que sistema organizado de pensamiento. En la nebulosa teórica en la que yo veo a este tipo de filosofía lo que reconozco es una síntesis de elementos teóricos dispersos y hasta contradictorios, a la manera de la New Age religiosa, con la que comparte no pocos rasgos.

Su precedente sería la manera como el izquierdismo contracultural de los años 60 redujo el marxismo a una mera crítica de la alienación, puso el énfasis en la inmoralidad del capitalismo, denunció como renegada a la izquierda histórica y a la clase obrera y llamó a una revolución que debía priorizar una renovación interior de los individuos, de tal manera que empezó a hablar de "coherencia", "integridad", "compromiso" personales y de la toma de conciencia política como revelación psicológica del yo inmanente.

Es todo ese campo confuso que aparece a finales de los años 90, heredero de los Deleuze, Derrida, Deleuze, Agamben..., etc., de cuyas obras no entiendo una mierda, salvo ideas sueltas que brillan entre lo que para mí es una filosofía cantamañanas.

Y del postestructuralismo vino el gran recetario post. Todo post: postmarxismo, postestructuralismo, postcolonialismo, postfeminismo, teoría postoperaria... Un mejunje del que resulta un producto variopinto, lo suficientemente atractivo como para poder nutrir el mercado editorial de todo tipo de best-sellers provistos por las grandes estrellas de ese pensamiento alternativo oficial al que me refería: Antonio Negri, Chantal Mouffe, Naomi Klein, Slavoj Žižek, Ernesto Laclau y, por supuesto, Judith Butler.

Y así estamos. Ese es el secreto del éxito del ciudadanismo postmoderno: su habilidad para manejar un dialecto lleno de nociones oscuras o usadas oscuramente y que pueden significar cualquier cosa —empoderamiento, hegemonía, proceso constituyente, lo común, capital social, perfomatividad,..—y hacerlo para disfrazar la ambigüedad de sus planteamientos sociales reales, al tiempo que promociona proclamaciones multiuso y aptas para todos los públicos.

De hecho, esa intelectualidad radical ciudadanista encuentra en los medios de comunicación de masas y en la superficialidad de las redes sociales un espacio ideal en el que desplegar su debilidad por formar parte de la sociedad del espectáculo, aportándole un ingrediente aceptable de acidez radical.