dimarts, 3 de novembre del 2020

Las estructuras liquidas de lo urbano

La foto es de Ferran Delgado

Del libro Ciudad líquida, ciudad interrumpida (Universidad Nacional de Colombia, Medellin, 1999)

LAS ESTRUCTURAS LÍQUIDAS DE LO URBANO
Manuel Delgado

Si la antropología urbana quiere serlo de veras, debe admitir que ninguno de sus objetos potenciales está nunca solo. Todo están sumergidos en esa red de fluidos que se fusionan y licuan o que se fisionan y se escinden. La ciudad, por definición, tenía que ser considerada como un espacio de las disoluciones, de las dispersiones y de los encabalgamientos entre identidades que tenía incluso su escenario en cada sujeto psicofísico particular, ejemplo también el de la necesidad de estar constantemente, en su propio interior, negociando y cambiando de apariencia. No en vano nos vemos obligados, para referirnos a lo que ocurre en la ciudad, a hablar constantemente de confluencias, avenidas, ramblas, congestiones, mareas humanas, públicos que inundan, circulación, embotellamientos, caudales de tráfico que son canalizados, flujos, islas, arteriasevacuaciones..., y otras muchas locuciones asociadas a lo líquido: la sangre, el agua.

Esta misma exaltación de lo líquido es la consecuencia de la definición propuesta acerca de lo qué era la ciudad, estructura inestable entre espacios diferenciados y sociedades heterogéneas, en que las continuas fragmentaciones, discontinuidades, intervalos, cavidades e intersecciones obligaban al urbanita a pasarse el día circulando, transitando, dando saltos entre espacio y espacio, entre orden ritual y orden ritual, entre región y región, entre microsociedad y microsociedad. Por ello la antropología urbana debía atender las movilidades, porque es en ellas, por ellas y a través suyo que el habitante urbano podía hilvanar su propia personalidad, todo ella hecha de transbordos y correspondencias, pero también de traspiés y de interferencias.
           
El espacio urbano, por ello, es un territorio desterritorializado, que se pasa el tiempo siendo reterritorializado y vuelto a desterritorializar después. Está marcado por la sucesión y el amontonamiento de poblaciones, en que se pasa de la concentración y el desplazamiento de las fuerzas sociales que convoca o desencadena, y que está crónicamente condenado a sufrir todo tipo de composiciones y recomposiciones morales. Es desterritorializado también porque en su seno lo único de veras consensuado es la indiferencia y la prohibición explícita de tocar, y porque constituye un espacio en que nada de lo que concurre y ocurre es homogéneo. La imagen que más se adecua es la de la esponja, que al mismo tiempo absorbe y expulsa los líquidos que atrapa.