dimarts, 19 de gener del 2021

Caro contra el mito

Foto de Cristina García Rodero

Reseña de El mito del carácter nacional, de Julio Caro Baroja, prólogo de Bernard Traimond, Caro Raggio, Madrid, 2004. Publicada en Babelia, el suplemento de libros de El País, el 16 de abril de 2004. 

CARO CONTRA EL MITO
Manuel Delgado

Caro Baroja es uno de esos autores a los que habría que revisitar de vez en cuando, aunque sólo fuera para verificar el buen estado de un pensamiento como el suyo. Por ello está francamente bien que Caro Raggio nos haya devuelto en su Biblioteca Barojiana este trabajo menor –menor en el sentido de breve– de quien es más fácil percibir como sabio que como antropólogo o historiador. Se trata de El mito del carácter nacional, un librito aparecido en primera instancia en 1970 y que viene a ser prueba del vigor y la vigencia de Caro como personaje y como obra.

Está claro que Caro Baroja no escribió este libro para polemizar con sus colegas coetáneos. Ni por su énfasis en la dimensión diacrónica –la antropología europea ya hacía mucho que había redescubierto la historia– ni por su desmentido de las teorías culturalistas sobre el temperamento étnico –la mayoría de antropólogos norteamericanos las habían abandonado ya. A lo que  Caro se enfrenta es más bien a las convicciones relativas a la existencia de una presunta idiosincrasia nacional española –y por extensión de cualquier otro sitio–, que no sólo constituían uno de los soportes ideológicos del régimen franquista sino que habían impregnado una cierta forma de pensar la españolidad de amplios sectores sociales que pretendían pasar por cultivados. Es decir, ideas vulgares sostenidas habitualmente por personas que difícilmente se considerarían a sí mismas como pertenecientes al vulgo.

Lo que hace Caro es argumentar sobre la naturaleza mítica del pueblo como “forma de ser”. Pero decir que algo es un mito no implica, al menos para un antropólogo, afirmar que es mentira. Sin ser ni verdad ni mentira en sí mismos, los mitos son mitos porque no se discute su condición de verdaderos, como verdaderos son los efectos que producen en quienes los escuchan y los cuentan luego. Lo que hace mítico el carácter nacional –español en este caso– es que no puede conocer otra cosa que versiones, sin que ninguna de ellas pueda ser reconocida como la original. El mito, porque es mito, sólo puede ser repetido, pero nunca igual.

Ese es el caso del carácter español. Caro nos demuestra cómo las ideas sobre la manera de ser de los españoles han ido cambiando desde que empieza a circular de la mano de los escritores renacentistas que intentan imitar a Herodoto, Estrabón o Tácito hasta el españolismo fascista que prepara ideológicamente el levantamiento militar del 36. Entre medio, un recorrido por las interpretaciones barrocas, ilustradas, románticas, regeneracionistas..., de la caracterología española, según las cuales los hispanos han sido, alternativa o simultáneamente, soberbios, laxos, violentos, sutiles, sobrios, veraces, valientes, religiosos, hospitalarios, hidalgos, fanáticos..., y todo lo contrario. Así pues, de Góis, Servet y Milton a Ramiro de Maeztu y Giménez Caballero, pasando por Gracián, Peñalosa, Saavedra, el abate Masdeu, José Cadalso, Altamira, Ganivet, Madariaga... Toda una galería de opiniones sobre el genio o/y la miseria atribuibles a los españoles, cada una de las cuales es debidamente asociada por Caro a circunstancias a las que la construcción del Estado español –en permanente conflicto con los demás y consigo mismo– nunca resulta ajena.
         
Vigor y vigencia de Caro. Vigor, porque el maestro nos vuelve a recordar cómo muchas de nuestras mejores ideas son suyas. Vigencia, porque un renovado nacionalismo español y la mala sociología de las encuestas y las estadísticas continúan empeñados en reducir a los españoles a la unidad.